Hijos queridos de Dios Altísimo. Yo soy Miguel Arcángel, el Príncipe Celestial. Yo vengo a preveniros del Mal, del Maligno, el gran enemigo de Dios. El quiere destrucción en vuestras vidas. El quiere destruir vuestros matrimonios, vuestras relaciones familiares, vuestros lazos consanguíneos, el quiere destruir por doquier. No podéis seguir ese juego, tenéis que hacer oración mas asiduamente, para que el enemigo de las almas no os venza.
No os creáis más listos que él. El tiene una inteligencia de ángeles aunque la usa para el mal, el es mucho mas inteligente que vosotros, por eso, solo con el Espíritu Santo, Espíritu de Dios Altísimo, podéis vencerle y, este Espíritu Santo, os viene muy velozmente a través de la oración fervorosa y de fe.
Tenéis que practicar los sacramentos pero hacedlo con las debidas disposiciones, no se puede ir a comulgar sin confesarse (1) y, debéis confesaros asiduamente, aunque no tengáis pecados graves, porque el Sacramento de la Penitencia os da fuerza para las tentaciones.
Hijos de Dios Altísimo, yo os hablo Miguel, el Ángel que se opone al demonio y deseo indicaros el camino de la salvación eterna.
(1) Si se tienen pecados graves, aunque es aconsejable confesar de vez en cuando los pecados leves y faltas cotidianas.
No os creáis más listos que él. El tiene una inteligencia de ángeles aunque la usa para el mal, el es mucho mas inteligente que vosotros, por eso, solo con el Espíritu Santo, Espíritu de Dios Altísimo, podéis vencerle y, este Espíritu Santo, os viene muy velozmente a través de la oración fervorosa y de fe.
Tenéis que practicar los sacramentos pero hacedlo con las debidas disposiciones, no se puede ir a comulgar sin confesarse (1) y, debéis confesaros asiduamente, aunque no tengáis pecados graves, porque el Sacramento de la Penitencia os da fuerza para las tentaciones.
Hijos de Dios Altísimo, yo os hablo Miguel, el Ángel que se opone al demonio y deseo indicaros el camino de la salvación eterna.
(1) Si se tienen pecados graves, aunque es aconsejable confesar de vez en cuando los pecados leves y faltas cotidianas.