El crepúsculo de la vida es en la edad madura. A esa edad las fuerzas decaen y el alma y el cuerpo cada vez tienen menos fuerzas para cumplir con la vida religiosa o espiritual. Por eso, las almas deben procurar entrar en la ancianidad con el alma limpia de odios, rencillas, pecados graves, sacrilegios y omisiones. Porque de mayores no se tiene la mente tan dispuesta a comprender que hay que cambiar de vida y que hay que reconvertirse, de ahí, la importancia de reconvertirse en una edad en que se tengan fuerzas para emprender el nuevo camino iniciado, de la reconversión.
Son multitudes de ancianos que viven en estado de pecado, pecados que incluso tienen olvidados, pero que anidan en su alma como veneno que impide que la gracia les haga más pronto efecto. No es que Yo, Jesús, niegue Mi gracia, sino que la gracia a esas almas que llevan pecados adosados, no les hace el mismo efecto porque son tierra que están sin preparar, para la siembra divina. Yo salvo a muchos de ellos por Mi Misericordia y por oraciones que ofrecen por ellos, o por obras buenas que hicieron en su vida activa. Pero no puedo salvar a todos, porque son pecados terribles de los que se exigen el arrepentimiento.
Es necesario instruir a los ancianos también. Los capellanes de Centros de ancianos se limitan solamente a darles la Unción de Enfermos o la Comunión, sin instruirlos, ni dedicarles tiempo para evangelizarlos y para que confiesen los pecados de su vida pasada. Es una gran responsabilidad de estos capellanes instruir a los ancianos, porque aunque parezca que no se enteran o no entienden (lo que se les diga) Yo les daré Mi gracia para que sirvan y sean eficaces las palabras del Ministro de Dios. A veces el mismo Ministro (si es mayor) está también con el alma llena de pecados adosados de su vida pasada, pecados de los que no se arrepintió y que ya olvidó, pero no los confesó ni los reparó.
Almas queridas de Mi Sagrado Corazón y de Mi Santa Madre, haced penitencias por estos colectivos, por los mayores, los ancianos cuya salvación pende de un hilo flaquísimo. Yo Soy Misericordia pero no puedo pasar por alto tanto pecado y mal que hicieron, es necesario el arrepentimiento. Vuestras penitencias aplicadas a estas intenciones serán beneficiosas a estas almas que muchos se salvaran por vuestras penitencias, oraciones y Mis Méritos Divinos.
Preparad a vuestros abuelos y abuelas, suegros y suegras, padres y madres, tíos y tías, parientes ya ancianos para una buena muerte, cada día más cercana, cada día mas evidente, es algo que les va a llegar pronto y por eso es necesario que vosotros, hijos de Dios y la Santa Madre Iglesia, se preocupe de estos colectivos en sus preces y ofrendas personales y colectivas. (1)
Reparadme por ellos y pedidme que no mueran en Mi desgracia, Yo Soy Redentor y Me conmoveré si vuestro deseo de que esas almas se salven, es verdadero y sincero. Mi Madre que es servicio a los demás y la Caridad Viviente, os ayudará en esta labor apostólica y caritativa como no hay otra, porque ellos ya no tendrán la oportunidad que tienen los niños o los jóvenes. Rezad por ellos vuestros rosarios. Visitadlos y llevadles sacramentales, agua bendita y estampas, todo puede servir a que Mi gracia surta efecto y no sea estéril. Habladles de Mí y de Mi Madre, no temáis asustarlos porque Yo os ayudaré en esta labor de amor hacia Mis mayores.
Os doy Mi paz para siempre, Jesús de Nazaret.
(1) Pide que la Iglesia rece por ellos.
Son multitudes de ancianos que viven en estado de pecado, pecados que incluso tienen olvidados, pero que anidan en su alma como veneno que impide que la gracia les haga más pronto efecto. No es que Yo, Jesús, niegue Mi gracia, sino que la gracia a esas almas que llevan pecados adosados, no les hace el mismo efecto porque son tierra que están sin preparar, para la siembra divina. Yo salvo a muchos de ellos por Mi Misericordia y por oraciones que ofrecen por ellos, o por obras buenas que hicieron en su vida activa. Pero no puedo salvar a todos, porque son pecados terribles de los que se exigen el arrepentimiento.
Es necesario instruir a los ancianos también. Los capellanes de Centros de ancianos se limitan solamente a darles la Unción de Enfermos o la Comunión, sin instruirlos, ni dedicarles tiempo para evangelizarlos y para que confiesen los pecados de su vida pasada. Es una gran responsabilidad de estos capellanes instruir a los ancianos, porque aunque parezca que no se enteran o no entienden (lo que se les diga) Yo les daré Mi gracia para que sirvan y sean eficaces las palabras del Ministro de Dios. A veces el mismo Ministro (si es mayor) está también con el alma llena de pecados adosados de su vida pasada, pecados de los que no se arrepintió y que ya olvidó, pero no los confesó ni los reparó.
Almas queridas de Mi Sagrado Corazón y de Mi Santa Madre, haced penitencias por estos colectivos, por los mayores, los ancianos cuya salvación pende de un hilo flaquísimo. Yo Soy Misericordia pero no puedo pasar por alto tanto pecado y mal que hicieron, es necesario el arrepentimiento. Vuestras penitencias aplicadas a estas intenciones serán beneficiosas a estas almas que muchos se salvaran por vuestras penitencias, oraciones y Mis Méritos Divinos.
Preparad a vuestros abuelos y abuelas, suegros y suegras, padres y madres, tíos y tías, parientes ya ancianos para una buena muerte, cada día más cercana, cada día mas evidente, es algo que les va a llegar pronto y por eso es necesario que vosotros, hijos de Dios y la Santa Madre Iglesia, se preocupe de estos colectivos en sus preces y ofrendas personales y colectivas. (1)
Reparadme por ellos y pedidme que no mueran en Mi desgracia, Yo Soy Redentor y Me conmoveré si vuestro deseo de que esas almas se salven, es verdadero y sincero. Mi Madre que es servicio a los demás y la Caridad Viviente, os ayudará en esta labor apostólica y caritativa como no hay otra, porque ellos ya no tendrán la oportunidad que tienen los niños o los jóvenes. Rezad por ellos vuestros rosarios. Visitadlos y llevadles sacramentales, agua bendita y estampas, todo puede servir a que Mi gracia surta efecto y no sea estéril. Habladles de Mí y de Mi Madre, no temáis asustarlos porque Yo os ayudaré en esta labor de amor hacia Mis mayores.
Os doy Mi paz para siempre, Jesús de Nazaret.
(1) Pide que la Iglesia rece por ellos.