El centro del alma debe ser siempre Dios y en la vida de cada cristiano el centro debe ser, la Eucaristía.
Pero la Eucaristía mal oída no aprovecha todo lo que debería aprovechar y así se pierden muchas, muchísimas gracias. No basta con ir a misa, hay que asistir en las disposiciones necesarias: Con fe, principalmente, sobre lo que se va a celebrar; con amor hacia la Victima Santa e Expiatoria que es Cristo; con recato y no pensando en problemas personales, CENTRADOS EN EL ACTO SAGRADO que se va a celebrar; con fervor, sin disiparse, mirando de un lado a otro; con humildad, nadie merece lo que va a recibir, si se comulga; con universalidad, sabiendo que esa misa aprovechará también a otros.
Yo Soy la Tercera Persona de la Santísima Trinidad que trabajo en el interior de las almas y las muevo a obrar el bien.
La misa debe ser celebrada también por sacerdotes santos, de intachable vida, que no tengan espíritus mundanos, dedicados a los intereses de Dios y de las almas, de gran celo apostólico, humildes y serviciales, desprendidos y de viva fe. Una misa dicha por un sacerdote así, llega al Trono de Dios como una inigualable alabanza, una misa celebrada con un sacerdote así, es la gloria y la alegría de la Santísima Trinidad y de María Inmaculada.
Las misas son presentadas por los Ángeles a Dios, para el beneficio de las almas y de la Santa Madre Iglesia. Su valor es continuo pues queda en los anales celestiales para siempre, lo mismo que cuando se pinta un cuadro (si es valioso) se admira para siempre en el correr de los siglos, así una misa celebrada en las debidas disposiciones, tanto del celebrante, como de quien la oye, perdura (su efecto) para siempre en el correr de los tiempos.
Aun están aprovechando misas de grandes santos como San Ambrosio o Santo Tomás, que tuvieron una fe viva y fueron, leales, fieles a las leyes de Dios. Y lo mismo que la Pasión de Cristo aun aprovecha y será para la sucesión de los siglos, así una misa celebrada y oída en las disposiciones requeridas, dura su efecto por siglos, porque en el Cielo todo es presente.
Es difícil que entendáis estos misterios, pero en las cosas divinas hay muchos misterios que aun no sabéis y que poco a poco, se os irá dando a conocer.
Pero la Eucaristía mal oída no aprovecha todo lo que debería aprovechar y así se pierden muchas, muchísimas gracias. No basta con ir a misa, hay que asistir en las disposiciones necesarias: Con fe, principalmente, sobre lo que se va a celebrar; con amor hacia la Victima Santa e Expiatoria que es Cristo; con recato y no pensando en problemas personales, CENTRADOS EN EL ACTO SAGRADO que se va a celebrar; con fervor, sin disiparse, mirando de un lado a otro; con humildad, nadie merece lo que va a recibir, si se comulga; con universalidad, sabiendo que esa misa aprovechará también a otros.
Yo Soy la Tercera Persona de la Santísima Trinidad que trabajo en el interior de las almas y las muevo a obrar el bien.
La misa debe ser celebrada también por sacerdotes santos, de intachable vida, que no tengan espíritus mundanos, dedicados a los intereses de Dios y de las almas, de gran celo apostólico, humildes y serviciales, desprendidos y de viva fe. Una misa dicha por un sacerdote así, llega al Trono de Dios como una inigualable alabanza, una misa celebrada con un sacerdote así, es la gloria y la alegría de la Santísima Trinidad y de María Inmaculada.
Las misas son presentadas por los Ángeles a Dios, para el beneficio de las almas y de la Santa Madre Iglesia. Su valor es continuo pues queda en los anales celestiales para siempre, lo mismo que cuando se pinta un cuadro (si es valioso) se admira para siempre en el correr de los siglos, así una misa celebrada en las debidas disposiciones, tanto del celebrante, como de quien la oye, perdura (su efecto) para siempre en el correr de los tiempos.
Aun están aprovechando misas de grandes santos como San Ambrosio o Santo Tomás, que tuvieron una fe viva y fueron, leales, fieles a las leyes de Dios. Y lo mismo que la Pasión de Cristo aun aprovecha y será para la sucesión de los siglos, así una misa celebrada y oída en las disposiciones requeridas, dura su efecto por siglos, porque en el Cielo todo es presente.
Es difícil que entendáis estos misterios, pero en las cosas divinas hay muchos misterios que aun no sabéis y que poco a poco, se os irá dando a conocer.