sábado, 12 de abril de 2008

Mi Humildad fue tal, que no tiene que ver nada con las humildades terrenales, por perfectas que sean

Yo Soy un Dios Humilde. Mi Humildad fue tal que no tiene que ver nada con las humildades terrenales, por perfectas que sean. No se puede comprender con mente humana hasta donde alcanzó Mi Humildad, pues en la tierra es difícil, casi imposible, entender lo que Yo Me rebajé.

Siendo Dios Eterno, con todos Mis atributos en grado infinito, plenos, Yo Me hice pequeño y me hice Hombre como cualquiera de vosotros. Porque la gravedad del pecado era tal, que tenia que dar a Mi Padre gloria en la misma medida, y Me hice Hombre, Yo que era Dios.

Este misterio es uno de los más grandes de la fe católica. Confunde a los soberbios, irrita a los demonios, anonada a los santos. Porque me despojé de todo para hacerme un ser limitado como vosotros, que solo Me valía de Mi Divinidad, para los milagros que eran necesarios hacer. No quise privarme ni de hambre, ni de sed, ni de fatigas, ni de necesidades, Yo padecí todo como vosotros, fijaos hijos míos, ¡que bien os entiendo!

Hoy en que ser humildes se lleva tan poco, Yo sigo siendo un ejemplo único para las almas. Una lección hasta el fin del mundo, y aun en el Cielo Mi Humildad prevalece a pesar de Mi Gloria, porque estoy en Cuerpo y Alma, en ese Cuerpo que tomé para rebajarme a vuestra condición.

¡Cuánto podéis meditar contemplándome! Soy un libro sagrado, donde podéis constantemente alimentaros con vuestras meditaciones sobre Mi y Mi Vida terrenal. Por mucho que meditéis no terminareis en toda vuestra vida de sacar nuevas lecciones y reflexiones, porque Mi Alimento para el alma, nunca se acaba.

Buscáis novedades aquí y allá, pero no os detenéis en Mi Divina Persona, que bajó del Cielo para estar entre vosotros y hacerme uno como vosotros. Y vosotros hijos torpes, que no termináis de aprender la lección, queréis cargos, honores, reconocimientos y no sabéis estar ocultos en vuestra nada, donde solamente Mi Mirada os alcance.

Mi Padre al verme a Mi todo Dios y Santo ante esta Humanidad perdida, se conmovió y la amó tanto o más que cuando la creó al ver que Yo, Su Unigénito, tomaba parte de ella. Yo restauré a esta Humanidad cuando vine, porque era el Santo, el Impecable, y mi Padre aceptó a todos los pecadores en Mi, porque Yo con Mi Grandeza y Divinidad y al hacerme tan humilde, siendo Hombre, veía en Mi la compensación de todos los creados y por Mi aceptó con Misericordia e infinito Amor, al género humano.

Yo fui Vuestro Aval. Yo Me puse ante los Ojos de Mi Padre avalándoos a todos y, a la vez Mi Padre (que vio) que por vosotros Yo Me hice uno mas, aceptó en Mi a todos los pecadores y a todo el género humano.

Ahí tenéis, almas benditas, un gran punto de meditación, no hace falta buscar temas nuevos, este tema siempre será nuevo para vosotros cada vez que lo meditéis. Mi Paz y Mi Amor a todos vosotros. Jesús de Nazaret.