domingo, 6 de enero de 2008

Yo, Espiritu de Dios, os hablo

Hijos de Dios Altísimo, Yo Soy el Espíritu Divino que hoy vengo a deciros que la paz de Dios este con todos vosotros. Yo os hablo a través de Mi instrumento, y os pido, que todo lo que leáis por medio de estos escritos lo pongáis en práctica, porque no se os da estos escritos para que los leáis por curiosidad y los olvidéis, se os dan, para que los pongáis en practica y Me pidáis a Mi, Espíritu de Dios, la gracia de daros luz y fuerza para ponerlos en práctica.

Yo Soy la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, Dios en esencia igual que la otras dos Divinas Personas. Yo Me encargo de la santificación de las almas, por eso, debéis acudir a Mí para ayudaros en vuestra vida de santidad y de conversión. Yo deseo que todos vosotros tengáis el verdadero camino hacia la gloria eterna, una gloria que una vez ganada, ya nadie os quitará, y será para toda la eternidad.

¿Pensáis esto alguna vez? ¿Pensáis que el gozo y premio son para siempre? ¿No negociaríais vosotros vuestros bienes materiales si os dieran intereses perpetuos y nunca os dejaran de dar esos intereses? ¿Porque sois tan reacios a creer en las cosas de Dios, cuando desde siglos y siglos, se os están dando doctrinas y enseñándoos el camino de la verdadera salvación?

Leed el Evangelio de Cristo Jesús, está escrito en un lenguaje que hasta un niño lo entendería. Leed y aplicároslo en vuestra vida, ese Evangelio es la mejor estrella que os guiará hacia Dios Padre, hacia la Casa Eterna del Padre Celestial. Es la mejor y más sana doctrina que podéis aplicaros en vuestras vidas, Yo Mismo, os daré luz para que cuando lo leáis, entendáis lo necesario para vuestra santidad y salvación.

La santidad no es llevar una vida de intensos sacrificios o renuncias, la santidad que Yo os pido, Espíritu de Dios, es cumplir honradamente con vuestras obligaciones cotidianas, en vuestros trabajos -aunque no os vean vuestros jefes- en vuestros hogares, no dejándoos llevar de la pereza o la negligencia, en vuestros deberes de estados, con vuestros esposos, esposas, hijos, padres y madres. Es una santidad al alcance de cualquiera, porque la santidad de grandes renuncias y sacrificios, se pide a determinadas personas, no a todos vosotros. Cumplid bien vuestros deberes, actuando ante la presencia de Dios, sabiendo que aunque nadie os vea Dios os ve, y esa, es la santidad que os alcanzará la vida eterna. No es tanto lo que se os pide, pero no queréis hacer ni eso, solo queréis vivir como si fuerais animales, pendientes de dar gusto al cuerpo en todos los aspectos, sin tener en cuenta, que el cuerpo es templo del Espíritu Santo, y que en un templo, no puede haber fornicación, profanación, pecado, malas obras.

Hijos de Dios Altísimo, se os pedirá cuenta de todo, por tanto, oídme, oíd Mis palabras que por este medio os digo, Yo, Espíritu de Dios, os hablo y os prometo Mí asistencia en todos vuestros buenos propósitos. La paz de Dios Altísimo con todos vosotros para siempre jamás.