martes, 25 de diciembre de 2007

Las almas no quieren Mis gracias

Los hechos cotidianos forman parte del juicio divino que Yo haré a cada alma. Yo juzgaré cada hecho, y cada acto, y las circunstancias que llevaron a actuar así, y seré benevolente, sin dejar de ser justo. Las almas que desperdiciaron Mi gracia tendrán un juicio severo, porque rechazaron la vida del alma, y prefirieron la muerte y las sugerencias del demonio a las sugerencias de Mi Espíritu. Yo, Jesús, os hablo.
Yo soy un Dueño benevolente, lento a la cólera y amante de cada alma en particular. Todas son importantes para Mí, y no hay un alma por mezquina que sea, que no estuviera dispuesto a derramar de nuevo Mi Sangre por ella. Yo amo como nadie es capaz de amar, sin límites, ni condiciones, nadie ama como Yo, Jesús de Nazaret.

Mi Padre se enternece a la vista del gran amor que tengo a las almas, El sabe lo que Me importa cada una, y por eso, escucha todo lo que pido por las almas. Pero las almas no quieren Mis gracias, Yo las consigo de Mi Padre Eterno y las almas las desperdician y las cambian por viles placeres, que no solo no las hacen felices, sino que las envilecen más. Yo, Jesús, os hablo.

Quien a Mi viene nunca se queda defraudado, Yo Soy un Dios que sacia la necesidad de ser amada de cada alma, Yo lleno el corazón humano, hasta el punto, que quien gusta de Mi, ya no quiere otra cosa y Me busca afanosamente, en todas las cosas de la vida, y cuando en alguna de esas cosas no Me encuentra, entonces sufre porque la añoranza de Mi, le da tormento en el alma. Yo, Jesús, os hablo.

Hijos de Mi Divino Corazón, no Me cambiéis por viles placeres, placeres que nunca os llenaran, placeres que os dejaran frustrados, hambrientos, un rato Conmigo vale mas que todos los placeres del mundo, porque ese rato es divino, es hablar Conmigo que Soy Dios y Señor de todas las cosas.

Mi paz para vosotros por siempre jamás. Hijos de Mi Divino Corazón, Yo os espero ardientemente, espero vuestro cambio de vida, vuestro retorno a Mí. Yo deseo ser todo para vosotros y daros así el alimento que traspasa la vida eterna, que es Mi santo y divino amor, junto a Mi Santa Madre, que os ama como Yo, sin límites ni condiciones, y que desea ardientemente que vengáis a Mí. Yo, Jesús, Soy paz y amor.