viernes, 4 de julio de 2008

Dictado del 28-06-08

Aquel que venga a MÍ no padecerá más hambre dice el Señor (Jn 6, 35)

Hijos de Dios Altísimo, Soy Miguel Arcángel quien se comunica por este medio. Vengo a recordaros la doctrina del Salvador, Redentor de las almas del mundo entero.

Sus palabras divinas son palabras de vida eterna, y son para todas las almas en general y para cada una en particular. Tenéis, hijos de Dios, hambre de muchas cosas en este mundo, pero los alimentos que tomáis para saciaros el hambre, no os sacia, ni os nutre. Las palabras del Salvador quitan todo deseo de hambre, porque llenan hasta la saciedad.

Yo Soy la vid, dice el Señor, y vosotros los sarmientos. Sin Mi nada podéis. Yo Soy luz del mundo, dice el Señor, y quien a Mi viene no andará en tinieblas. Yo Soy el Agua Viva que brota de esta peña, dice el Señor. Pero con todo lo que os dice que es alimento para el alma, agua que nunca más os dará sed, con todo, vosotros hijos de Dios, no aplicáis en vuestras almas estas palabras divinas que sacian tanto. A quienes las prueban una vez, ya no quieren dejarlas de lado.

Cada palabra del Redentor es un camino hacia Dios Padre y la Casa Celestial. Cada invitación del Salvador es para vosotros hijos de Dios, un remedio a vuestros pesares y sufrimientos, y a vuestras carencias apostólicas. ID al Salvador, vivid por y para El, visitadlo en el Sagrario, recibidlo en vuestras almas, orad elevando vuestro corazón a El y veréis como ese pan de vida eterna ya no podréis dejar de gustarlo. Yo, Miguel Arcángel, os instruyo.

Cristo Jesús es el verdadero alimento celestial, el único que sana y salva, todos los demás alimentos que os ofrezcan otras criaturas, no tienen el poder salvífico de las palabras divinas de Cristo Redentor. Yo, Miguel Arcángel, os hablo. La paz del Altísimo a todos vosotros.