Hijos Míos, Soy Jesús quien os habla. Hijos queridos de Mi Divino Corazón, una vez más Me pongo en contacto con vosotros por este medio y deseo que recibáis estos mensajes con amor, pues con amor se os están dando. Yo Soy Vuestro Hermano, Me hice hombre para rescataros del pecado y libraros del mal. El verdadero mal es el Maligno que os induce a pecar, y a pecar, y a pecar. Mi Madre os dice una y otra vez que recéis, que la oración vence toda clase de mal, pero os da pereza poneros a rezar y a hablar con Nosotros, vuestra familia celestial.
Hijos Míos, contra el mal la oración es muy eficaz, y los sacramentos también os ayudan a vencer las tentaciones y os limpian de vuestros pecados. Debéis de ser diligentes y poneros a orar, y si os cuesta trabajo porque os aburra la oración, coged un libro santo que os instruya y os ayude en las meditaciones correspondientes. Yo, Jesús, Vuestro Hermano, os hablo.
Tan pronto os ponéis a orar o a rezar, Mi enemigo mortal os mete la pereza, deseos de hacer otra cosa, os quita las ganas, y vosotros seguís sus maniobras. ¿No sabéis que a un alma que se mantenga firme en sus buenos propósitos el demonio teme lo que más? Por eso hijos, proponeros cumplir lo que habéis pensado y no lo pospongáis para más adelante. Poneros a orar, o a rezar aquellos rezos que os sean más atractivos, como el rosario o las coronillas.
Hijos Míos, os estrecho a todos en Mi Divino Corazón y os arropo en El como una gallina cobija a sus polluelos, para que nunca tengáis miedo de la adversidad, de las desgracias, de las catástrofes, porque anidáis todos en Mi Sagrado Corazón y en el de Mi Santa Madre. Venid a Mí, hijos de Mi Corazón Divino, venid a Mí todos los que estáis cansados y agobiados que Yo, Jesús, Vuestro Hermano, os aliviaré, y sed humildes y santos como Yo lo fui. Yo, Jesús, Vuestro Hermano, os hablo. La paz de Mi Divino Corazón os doy a todos en general, y a cada uno en particular.