lunes, 15 de septiembre de 2008

Dictado del 11-9-08

En el ocaso de la vida cada cual tendrá un balance de como ha vivido su existencia. Ese balance ya no se puede cambiar, y así, estará en la balanza del bien lo bueno que haya hecho y en la balanza del mal, lo malo que hizo y el bien que dejó de hacer.

Cuando una persona es mayor y sabe que por ley de vida sus días están contados, debe pensar que pronto Dios le pedirá cuentas y debe ser consciente -si sus facultades están bien- de pensar en lo que hizo y no hizo, en el bien que hizo y el bien que dejó de hacer, y volver su rostro a Mí, Dios Todopoderoso y suplicar clemencia.

Es en vida cuando un alma debe humillarse ante Dios, Juez Eterno y suplicar clemencia y misericordia por su existencia, que siempre, tendrá cosas que pagar. Cuando un alma se vuelve a Mi, Dios Todopoderoso, sabiendo y reconociendo en vida que obró mal y que tiene cuentas que saldar Conmigo, Dios Todopoderoso, ese alma se pone en disposiciones de salvarse si su arrepentimiento es sincero y de todo corazón. Porque Yo, Juez Eterno, no niego a nadie Mi misericordia cuando el pecador o pecadora Me lo piden, y como veo su corazón, sé si sus palabras son verdaderas o vanas, Yo, Juez Eterno, os hablo.

El dolor verdadero de sus pecados y miserias predispone al alma a la salvación eterna, y aunque su vida haya sido un abismo de pecados atroces, si a última hora, en los últimos días de su vida se arrepiente sinceramente, su alma, aunque tenga que purificarse por tiempo en el Purgatorio, se predispone a la salvación eterna.

Yo os pido hijos Míos, que recéis por los ancianos, porque ellos están muchos en pecado de gravedad, pero vuestras oraciones, hechas con fervor y caridad, pueden hacer que la balanza de su vida se equilibre y se puedan salvar, porque rezar por los pecadores y sin saber ni siquiera por quienes rezáis, es una obra de misericordia que Me agrada sobremanera, Yo, Dios Todopoderoso, os hablo. La paz Mía y la de Mi Divino Hijo, esté con todos vosotros.