sábado, 7 de febrero de 2009

Ha habido en la historia de la Iglesia verdaderos mártires de la calumnia

Si alguien calumnia a otra persona y no repara esa calumnia devolviendo la fama que le ha quitado, o si en su caso, no pudiera devolver la fama porque ya haya pasado mucho tiempo, esa persona arrastrará en su alma un pecado muy grave que puede costarle hasta la salvación eterna. Yo, Espíritu de Dios, os hablo y os instruyo.

Hijos de Dios, NO DAIS IMPORTANCIA A LO QUE HABLÁIS Ó CENSURÁIS DE VUESTRO PRÓJIMO, Y SIN EMBARGO, ESO ESTÁ TAMBIÉN EN LA DOCTRINA DE (1) Cristo, que os pidió amar a vuestros enemigos, y os pidió, dejar vuestra ofrenda en el altar y poneros a bien con vuestro hermano.

Cuando alguien os hace mal, en vez de saber perdonar como Cristo os perdonó, lo censuráis, lo criticáis, sacáis a relucir toda clase de faltas y defectos y os vengáis con la lengua, del mal que os hizo.

Esa compostura es totalmente anticristiana, y ante los ojos de Dios, es execrable, por tanto debéis introduciros en vuestro interior y revisar todos los rincones de vuestra alma y de vuestro corazón, y mirar si tenéis pecados de esta índole, para que inmediatamente los confeséis y después los reparéis, devolviendo la fama que quitasteis, o en su caso, reparando ante Dios Altísimo el acto execrable que hicisteis, porque todo el mundo tiene derecho a su reputación y nadie debe quitarle la fama a otra persona, ni aún siquiera, aunque lo que censure de ella sea verdad. Si, hijos de Dios, esto es muy grave.

Ha habido a lo largo de la historia de la Iglesia verdaderos mártires de la calumnia, personas que sufrieron rechazo y desprecio solo porque otros creyeron en las calumnias que les hicieron. Hombres y mujeres que fueron victimas de injusticias, de ser señalados con el dedo, de estar en boca ajena hablando mal de ellos. Y vosotros, muchos que os llamáis cristianos, tenéis en vuestro haber pecados de esta índole, incluso con familiares, y hasta con hermanos de sangre, porque habláis y juzgáis tan ligera y equivocadamente, que vuestras conclusiones son calumnias en la mayoría de los casos, una veces más graves, otras menos, pero calumnias al fin.

No os creáis buenos porque vais a misa y oráis, debéis de analizar vuestro interior y limpiar detenidamente la ponzoña que en muchos rincones tenéis acumulada desde hace años y que pasáis por alto, porque no hacéis examen de conciencia en condiciones, ya que solo revisáis vuestra vida presente pero no revisáis vuestra vida pasada desde que tuvisteis uso de razón. Así pues, hijos de Dios, lavaros en el Sacramento de la Penitencia y hacedlo con verdadero dolor de los pecados, Yo os daré Mi gracia si vuestro deseo de limpiar vuestra alma de ponzoña acumulada, es verdadero. Yo, Espíritu de Dios, os hablo. La paz de la Santísima Trinidad alcance a todo aquel que ponga en práctica estos mensajes celestiales. Yo, Espíritu de Dios, os hablo y os instruyo.

(1) Las letras aparecen en mayúsculas.