domingo, 5 de octubre de 2008

Atesorad tesoros en el Cielo, allí no hay ni moho, ni polilla, allí esta todo esperándoos, para daros a cambio, la gloria que os corresponda

Los frutos de las obras buenas, son frutos que benefician mucho al alma. Una persona que se habitúa a hacer el bien y no pierde ocasión de hacerlo, siempre está gozosa, porque el gozo es uno de los frutos de hacer el bien. El bien Yo lo inspiro siempre, Espíritu Divino, pero no toda clase de bienes proceden de Mí, porque algunos bienes son para intereses propios y no para el bien del Cuerpo Místico.

Hacer el bien (favores) para mejorar más en su profesión, para ganar más amistades, para mejorar las cosas materiales que se poseen, Yo lo apruebo, si esos favores, no han sido hecho con un mal, como puede ser el fraude, el engaño, la trampa, la calumnia u otros. Pero el bien verdadero que da en el alma auténticos frutos (de santidad), es el bien que se hace por amor a Dios y a las almas. Ese bien siempre da paz al que lo hace, porque lo inspiro Yo, y (la paz) es uno de Mis frutos, como lo es el gozo.

Los cristianos deberían hacer siempre el bien y rechazar por completo lo que es hacer el mal. Cristianos se deriva de Cristo, y Cristo es el Sumo Bien, de ahí, que los cristianos deberían ser bienhechores para otros, pues deben ser ramas del árbol al que pertenecen que es Cristo. Quien diga que es de Cristo y no haga el bien, no lo es, porque ser de Cristo es ser un benefactor para con sus semejantes y no una persona egoísta que solo desee bienes para sí misma.

Los bienes materiales son perecederos, bienes que se quedan en la tierra, viviendas, posesiones, joyas, vehículos y otros, son bienes que no ayudan a ganar la gloria eterna. Pero los bienes espirituales, son bienes que ayudan a ganar el Cielo, y además, donan al alma de Mis frutos como la paz y el gozo.

Atesorad tesoros en el Cielo, dice la Palabra de Dios, pues allí los encontraréis cuando expiréis. Allí no hay ni moho, ni polilla, allí esta todo esperándoos para daros a cambio de esos bienes, la gloria que os corresponda. Es como un trueque espiritual, según los bienes espirituales que hayáis atesorado en vuestro paso por la tierra, así será vuestra gloria en el Cielo, y no hay ni un solo bien que se haya hecho por insignificante que sea, que se quede sin darle el trueque correspondiente de gloria. Yo, Espíritu Divino, os hablo. El pecador que pecó mucho y después haga el bien, ese bien espiritual que haga, si lo hace por amor a Dios y a las almas, le servirá como reparación de sus muchos pecados. De ahí, que quien haya malgastado casi toda su vida, si comprendiera al final de sus días, el bien que dejó de hacer, puede en cierto modo, compensar a base de obras de amor y misericordia, ese bien que omitió y del que se le pedirá cuentas. Yo, Espíritu Divino, os hablo.