domingo, 5 de abril de 2009

No han contado Conmigo, el Esposo Divino e Invencible

Yo Soy el Esposo Divino, un Esposo que ama entrañablemente a Su Santa Esposa, un verdadero Esposo que cuida de Ella, y no permitiré, que la ultrajen, la aniquilen, ni la vulneren. Yo, Jesús, os hablo.

Yo amo a Mi Esposa y la proveeré de todo lo necesario para que viva. No la dejaré a merced de sus enemigos, saldré en su defensa y no permitiré que le hagan más daño del que pueda soportar, y aún así, ese daño se lo permitiré para purificarla y para hacerla más fuerte frente a las tempestades y catástrofes que tendrá que padecer. Yo, Jesús, os hablo.

Mi Santa Esposa, la Iglesia, Me pertenece porque Yo la proveo de todo lo necesario e imprescindible para su subsistencia, pero quieren ultrajarla, quieren violarla, quieren aniquilarla y no lo conseguirán porque no han contado Conmigo, el Esposo Divino e Invencible.

Hijos Míos, todos cuantos pertenecéis a Mi Cuerpo Místico, la Iglesia, Mi Santa Esposa, todos los que Me sois fieles y sufrís por lo que veis y oís, Yo os digo que vuestra sed y hambre de justicia se verá saciada hasta en lo más mínimo, porque veréis como Yo, el Esposo Divino Me cuido de Mi Santa Esposa (1) y la protejo de todo lo que quieran hacerle para hundirla o vulnerarla, aunque eso no quiere decir, librarla del sufrimiento, pues Mi Santa Esposa tendrá que padecer lo que Yo padecí: La agonía de Getsemaní, la traición, la injuria, la calumnia y la crucifixión. Pero resucitará gloriosa de todo eso, porque no podrán aniquilarla, y su resurgir será tal, que no cabe en mente humana el esplendor que espera a Mi Santa Esposa.

Creen Mis enemigos que van a conseguir eliminarla, su falta de fe en Mi divinidad y en Mi poder, les hacen creer que será así, pero Yo dispongo para Mi Santa Esposa un resurgir tan grande y esplendoroso como lo tuve Yo en Mi Resurrección, y vosotros los que Me sois fieles en el sufrimiento, seréis premiados, y veréis el esplendor tan grande que espera a Mi Santa Esposa, la iglesia, a Mi Cuerpo Místico, que al igual que Mi Cuerpo físico, resucitará de calumnias, de ultrajes, estragos y ataques que Mis enemigos harán con Ella, pero que no la aniquilaran, porque Yo sanaré sus heridas y la embelleceré de tal forma, que confundirá hasta al mismo Infierno. Yo, Jesús, os hablo. Mi Santa Madre, la Inmaculada, será la Señora de esta Santa Iglesia y Ella será honrada y venerada como le corresponde por todos los pueblos, la reconocerán como tal, porque Mi Iglesia habrá pasado su purificación también al igual que esta humanidad perversa la tiene que pasar. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.

Manteneos fieles los que hoy lo sois y no decaiga vuestra esperanza, ni confianza en Mí, porque si Yo el Redentor salvé a esta humanidad perdida por el pecado original, salvaré de todo mal que hagan y le quieran hacer a Mi Santa Esposa, la Iglesia. Yo, Jesús, os hablo.
(1) Cristo se refiere a la Iglesia fundada por El desde el principio.