domingo, 9 de marzo de 2008

Mis hijos serán hijos semejantes a Mí

Mis hijos serán semejantes a Mí, pues si decís que sois hijos de Dios, Mis hijos serán hijos semejantes a Mí y deben imitarme en todo. Soy María Santísima quien os habla, Vuestra Madre del Cielo, Madre de la Iglesia y Madre de las almas. Mis hijos deben imitarme, Yo no Soy divina, Soy humana y deben practicar todas las virtudes como Yo las practiqué, si bien, Yo las tuve en grado sumo, en plenitud, vosotros hijos e hijas debéis esforzaros más, en ser más virtuosos y no echaros en cara los defectos de cada uno, porque todos ante los ojos de Dios sois pecadores y todos tenéis cosas escondidas que solo Dios conoce y, que están en la memoria eterna (presente eterno de Dios). Yo, Vuestra Madre, os hablo y os corrijo.

Hijos, siempre estáis juzgandoos unos a otros de una forma u otra. No sois pacientes ni tolerantes con los defectos ajenos y, pretendéis saber del corazón humano lo que no conocéis ni tenéis idea de ello. Solo Dios conoce el corazón humano, vosotros solo veis los actos de una persona pero no conocéis sus intenciones, de ahí, que debéis ser más prudentes para no hablar tanto unos de otros.

Hijos, respecto a las composturas de los sacerdotes y cuando solo veáis en ellos mediocridad, rezad ardientemente por ellos, no sabéis bien el dolor tan grande que es para Mi Hijo la pérdida o la corrupción de un sacerdote. El padecería mil veces la Pasión por salvar a uno de esos sacerdotes que tan equivocados y mediocres andan. Rezad por ellos y ofreced renuncias y sacrificios en vez de criticarles, son los representantes de Mi Divino Hijo y su vocación es lo mas grande que El les ha podido dar, pero vosotros hijos e hijas, habláis mal de ellos, con desprecio y juzgándolos, y eso no agrada a Mi Divino Hijo, ni a Mí.

Esforzaros por ser más perfectos, poned más de vuestra parte y Mi Divino Hijo os dará Su gracia para que vuestro deseo sea efectivo.

Decís que Me amáis, pero quiero que Me lo demostréis con obras y no de palabras. Debéis de honrarme más con los hechos y no de palabra, pues el ejemplo arrastra, así que hijos no seáis tan mediocres y tratad de ser más perfectos cada día y, cuando vayáis a decir una palabra que pudiera herir, pensad un poco antes de hacerlo y ese rato de silencio que guardéis, será suficiente para que no la digáis, si, hijos Míos, intentad esforzaros en ser más santos. Yo, María, Vuestra Madre del Cielo, os hablo y os amonesto, pero también os digo, que Mi amor por vosotros no tiene fin, ni limites.