lunes, 12 de noviembre de 2007

Carta de Jesús a una madre que perdió a su hijo, por un accidente

Amada de Mi Corazón, Yo Soy Jesús de Nazaret, en quien tu crees. Yo me he llevado a tu hijo, porque no quería que el mal en el que estaba metido, llegara a más, pues Satanás, quería hundirlo para toda la eternidad. Pero Yo, Jesús, que Soy Amor, no podía permitir que tu, Amada Mía, pasaras toda la eternidad separada de tu hijo, y así, ahora el está purificándose de todo el mal que ha vivido, y de todo el bien que ha dejado de hacer.

El ahora ha comprendido que la vida es un paso que Yo otorgo a las almas para que ganen el Cielo, es una prueba que el Cielo da para que el alma escoja libremente, el camino de Dios o el camino del Infierno. Tu hijo, tal y como te ha dicho mi instrumento, se ha salvado, pero estará por mucho tiempo purificándose. El recibe con gran consuelo todas las oraciones que le ofrecen y le ayudan, en su dura purificación, pero hija, busca sacerdotes santos y almas buenas para que recen por tu hijo, porque cuanto mas santa es un alma, mas valor tiene la oración que ofrezcan como sufragio, al alma del Purgatorio.

Es como un anillo de oro, si el oro tiene muchos quilates, más valor tiene, eso pasa con la oración de las almas santas, que tiene más valor un Avemaría de un alma santa, que un Avemaría de un alma mediocre. Hija, no dejes nunca la Eucaristía, porque ella te ayudará a ti a subir en la eternidad mas grados de gloria, y además, repararas tus pecados y el bien que hayas dejado de hacer. Ve siempre a Misa, tanto si puedes como si no, (1) solo cuando una enfermedad te lo impida, deja de ir, pero entonces, ofrece desde tu lecho o lugar donde te encuentres, las Eucaristías de todo el mundo.

Me agrada hija que vayas a la Sede de Mi Sagrado Corazón y que trabajes poco o mucho por Mi Reinado, Yo pago muy bien lo poco o mucho que Me hacen, Soy un Amo que paga con creces lo que por Mi hacen. Hija, que Mi Madre sea para ti el consuelo de tus lágrimas, el refugio de tus penas -que las tendrás- pero que Ella sea tu refugio y Mi Sagrario sea para ti, una cita continua.

Ven hija a visitarme, estoy muy Solo y Abandonado, la gente se afana en sus cosas y se olvida de Su Dios y Su Redentor. No sea este tu caso, ven hija, Yo te espero, y allí, cuéntame tus preocupaciones y deseos, que Yo no Soy sordo.

Te ama y te da Su paz, Yo, Jesús de Nazaret.

(1) El Señor quiere que nos esforcemos en ir a Misa, cada día, por encima de todo.