jueves, 2 de agosto de 2007

Dictado del 2-8-07


El crimen es un gran pecado, un pecado horrendo que clama al Cielo, pero hoy en día se mata impunemente a inocentes “no nacidos” y nadie hace apenas nada. Mis ministros no predican el horrible crimen que es matar a un “no nacido” y los médicos proponen el aborto como quien propone, cambiar de camisa.

Yo soy Jesús de Nazaret, el Redentor del mundo. Yo vine a la tierra a salvaros de la condenación eterna. Vine a rescataros de los infiernos, porque infierno es, no gozar de Dios nunca. No escatimé sufrimiento alguno para ello y, volvería a sufrir, si posible fuera (1). Y vosotros almas retorcidas, cambiáis las leyes de Dios por leyes satánicas, matando a vuestros propios hijos, antes de que vean la luz de la vida.

¡No saldréis impunes pecadores satánicos! ¡No escapareis a Mi Justicia! Hay pecados que Yo Mismo tengo que vengar porque muchas madres matan, por no deformar su cuerpo, que es instrumento de pecado. No se valora la vida humana, y como quien pisa una cucaracha, así se mata a un ser que es creado por Mi y cuya misión en el mundo, es sagrada.

¡Bárbaros! ¡Criminales! ¿Qué os pasa? ¿Dónde está vuestra inteligencia y vuestras luces, que solo hacéis barbaridades? Ni los animales son tan bestias. Sois demonios terrenales, instrumentos del Mal, servís al Maligno y os tiene bien atrapados. Pero pagareis vuestros crímenes, o dejaría de ser un Dios Justo. Sois el dolor perenne de Mi Purísima y Santa Madre, que dolorida ve vuestras carnicerías, matando a niños como quien mata a chinches.

Almas queridas de Mi Corazón Divino. Haced por esos niños actos de reparación y de amor. Yo tengo sus almas en Mi Seno y cuido de ellos. Ofrecedles oraciones y misas. Yo haré que sus almas se beneficien de ellas, porque sus almas Me pertenecen y, no pudieron malograrlas, como a sus diminutos cuerpecitos. Sus Ángeles están con ellos y les llevan las oraciones que ofrecen por ellos, por los “no nacidos” pero cuyos espíritus, viven en mis Moradas Celestiales. Aplicad por ellos el poder de Mis Llagas y de Mi Preciosísima Sangre, aplicádselas y también comuniones, porque Yo no dejaré en la infelicidad eterna, a quienes no tuvieron ocasión de merecer.

Predicad sacerdotes míos contra el aborto, hacedlo una y otra vez. Instruid a las familias en los cursillos prematrimoniales, a las madres de quienes van a contraer matrimonio, a los novios, a los padrinos.
Hablad claro y sin rodeos, Yo estoy atento a lo que digáis y os pediré estrecha cuenta de lo que omitáis. Hablad sin miramientos, este tema no admite medias tintas. Hablad en toda su crudeza de lo que es un aborto y Yo bendeciré vuestras palabras para que surtan efecto, en las almas de quienes os escuchen.

Yo os lo pido, Jesús de Nazaret, Vuestro Juez en la otra vida. Ganaros Mi confianza obedeciéndome, y haced acá en la tierra lo que os pido, porque cuento con vosotros.


(1) Jesús ya murió una vez y no puede volver a morir.

El aborto es un crimen, se mire como se mire.

¡No matarás!
La legislación canóniga (Canon 1398) decreta que la realización de un aborto o la ayuda prestada para realizarlo, constituye una de las 7 ofensas explícitamente castigadas con la excomunión según el Derecho Canónico; conlleva un castigo automático de excomunión (Latae Sententiae), y no necesita ninguna declaración oficial de la Iglesia para llevarlo a cabo.

Los católicos que buscan librarse del castigo de excomunión, deben acudir a su confesor local. La excomunión afecta a todos aquellos que cometen este crimen conociendo el castigo que conlleva y por lo tanto, incluye a los cómplices sin cuya ayuda no habría podido ser cometido el crimen (Canon 1329). Dentro de los cómplices están los médicos, enfermeras, familiares o conocidos que instigaron.
Con esta sanción, la Iglesia deja claro que el aborto es un crimen muy grave y peligroso, e incentiva a los que lo cometen a buscar sin tardanza, el camino de la conversión.
Todo esto puede parecer exagerado. Pero hay que recordar que el aborto no es una cuestión de salud de la madre, sino que es una condena de muerte contra un ser humano inocente, en el seno de una madre.