sábado, 11 de agosto de 2007
Dictado del 11-8-07
El que obedece se inmola. Es tal la obediencia a Mis Ojos, que Me da más gloria que cualquier otra virtud. Cuando la obediencia no se antepone a Mis leyes o no malogra ninguno de Mis planes, la obediencia Me es de gran agrado, porque es una inmolación de vuestro “yo”.
Yo soy Jesús de Nazaret, Hijo del Altísimo, obediente hasta la muerte. Toda Mi Vida fue una continua obediencia que ofrecí a Mi Padre, por el bien de la humanidad y Su Gloria. Yo vine a la tierra a hacer la Voluntad de Mi Padre y no la Mía, y fui un Cordero Obediente, hasta el sacrificio de Mi Muerte.
Mi Madre fue una mujer abnegada en todo. Humilde y obediente como nadie. Ella obedecía a San José y siempre se mantuvo por debajo de él, sin querer anteponerse por su dignidad, a él. Se sometió siempre a su criterio y no tuvo de Ella Misma criterio (propio), solo se dejaba llevar por la Voluntad de Dios que la veía representada, en José o en Mí. Mi Madre fue también toda su vida una victima inmolada a la Voluntad de Dios. Ese querer hacer la Voluntad Divina, la llevó a llegar a ser Madre Mía, y porque cumplió en cada instante la Voluntad de Dios y no la Suya, la llevó a alcanzar el grado mas grande de dignidad que jamás criatura alguna ha tenido, ni tendrá.
La obediencia me es tan grata que trae frutos para el alma impensables, y a Mi me da una gloria, como ninguna otra cosa. Yo exijo de mis elegidos obedecer y obedecer a ciegas, aunque aparentemente parezca, que esa obediencia anula mis planes. Porque a la obediencia a ciegas exijo, la fe incondicional en Mi, y el abondono y la confianza total en mis designios. Yo amo al alma obediente y la colmo de gracias que ni ella misma advierte y, Me recreo en su aptitud de obediencia, porque es un negarse a si misma, en todo.
Nadie echa abajo los planes divinos. Nadie es obstáculo para Dios, todo lo aprovecha la Voluntad Divina, Su Providencia, para sus designios y planes, y a veces, es tan necesario esa renuncia de su propio “yo” que si no se llegara a hacer, no se avanza en todo lo demás que Dios tiene previsto.
Por tanto alma querida, no te cueste obedecer, confía en Mi a ciegas, a ti te pueden anular tu “yo” pero a Mi, no. Yo Soy Dueño y Señor de mis designios y nunca nadie Me los malogra, aunque parezca que si.
Yo soy Jesús de Nazaret, Hijo del Altísimo, obediente hasta la muerte. Toda Mi Vida fue una continua obediencia que ofrecí a Mi Padre, por el bien de la humanidad y Su Gloria. Yo vine a la tierra a hacer la Voluntad de Mi Padre y no la Mía, y fui un Cordero Obediente, hasta el sacrificio de Mi Muerte.
Mi Madre fue una mujer abnegada en todo. Humilde y obediente como nadie. Ella obedecía a San José y siempre se mantuvo por debajo de él, sin querer anteponerse por su dignidad, a él. Se sometió siempre a su criterio y no tuvo de Ella Misma criterio (propio), solo se dejaba llevar por la Voluntad de Dios que la veía representada, en José o en Mí. Mi Madre fue también toda su vida una victima inmolada a la Voluntad de Dios. Ese querer hacer la Voluntad Divina, la llevó a llegar a ser Madre Mía, y porque cumplió en cada instante la Voluntad de Dios y no la Suya, la llevó a alcanzar el grado mas grande de dignidad que jamás criatura alguna ha tenido, ni tendrá.
La obediencia me es tan grata que trae frutos para el alma impensables, y a Mi me da una gloria, como ninguna otra cosa. Yo exijo de mis elegidos obedecer y obedecer a ciegas, aunque aparentemente parezca, que esa obediencia anula mis planes. Porque a la obediencia a ciegas exijo, la fe incondicional en Mi, y el abondono y la confianza total en mis designios. Yo amo al alma obediente y la colmo de gracias que ni ella misma advierte y, Me recreo en su aptitud de obediencia, porque es un negarse a si misma, en todo.
Nadie echa abajo los planes divinos. Nadie es obstáculo para Dios, todo lo aprovecha la Voluntad Divina, Su Providencia, para sus designios y planes, y a veces, es tan necesario esa renuncia de su propio “yo” que si no se llegara a hacer, no se avanza en todo lo demás que Dios tiene previsto.
Por tanto alma querida, no te cueste obedecer, confía en Mi a ciegas, a ti te pueden anular tu “yo” pero a Mi, no. Yo Soy Dueño y Señor de mis designios y nunca nadie Me los malogra, aunque parezca que si.
Te amo, siempre te amaré, reza y confía y ofréceme ese acto de inmolación que tanto te cuesta, sacaremos de el mas provecho que si no me lo ofrecieras.
Paz y Bien a vosotros.
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