domingo, 16 de septiembre de 2007

Dictado del 16-9-07

Hijos Míos de Mi Divino Corazón, Yo, Jesús de Nazaret, os hablo. Me dirijo a todos vosotros y lo hago con inmenso amor. No quiero asustaros, pero debo recordaros que el infierno existe. Cada vez muchos más son los que niegan su existencia y, no es verdad, el infierno existe y está lleno de réprobos que al igual que muchos de vosotros, negaron su existencia.

Yo Soy un Dios de Amor y Misericordia, pero también Soy un Dios de Justicia. Yo nos os mando al infierno, ese destino eterno lo escogéis vosotros, cuando no queréis salir del pecado y vivís solamente para pecar.

Hijos Míos, cada vez que un alma va al infierno, Yo Me lleno de dolor, no sabéis la pena tan grande que es para Mi y Mi Santa Madre, ver que las almas se condenan. Ciertamente que Soy Padre, y de ahí, os valéis para creer que un padre no puede mandar a un hijo al infierno. Pero Yo no os mando, hijos Míos, es el destino eterno que vosotros escogéis libremente ¿o podría admitir en Mi Gloria a un pecador, criminal, que no quiso arrepentirse y darle la misma paga que a un cristiano que vivió toda su vida abnegado y mortificado? Vosotros mismos Me echaríais en cara Mi injusticia.

Si ahí en vuestro mundo terrenal condenáis el mal y los crímenes, ¿debo Yo perdonarlo? Sí, hijos, Yo lo perdonaría si existe verdadero arrepentimiento, si vuestra contrición es verdadera y, aunque hubierais hecho los crímenes mas atroces y deleznables, Mi Misericordia os alcanzaría, porque es mucho mas grande que todo el mal que hayáis hecho.

Pero el infierno existe y no tiene fin. Quien entra allí, ya no puede salir, ni se le pueden aplicar sufragios, ya no puede merecer mas que los tormentos, frutos de sus propios pecados y del mal que hicieron a otros con su (malo) ejemplo. Así que no os engañéis, no creáis en una doctrina falsa, esa no es Mi doctrina, el infierno existe y es un lugar de tormentos y torturas atroces, porque el remordimiento que no tuvisteis en la tierra, lo tendréis eternamente en la otra vida.

¡Que pena hijos Míos! Que por unos cuantos goces mezquinos, expongáis vuestras almas a la condenación eterna. Porque muchos, muchísimos, si no posponéis vuestra actitud, entraran en ese lugar de tinieblas y odios eternos. Hijos, pensad lo que quiere decir eterno, pensadlo un poco; eterno quiere decir que no tendrá fin.

Yo Jesús de Nazaret os hablo movido por Mi Misericordia. No os hablo por odio, ni rencor, os hablo porque os amo infinitamente y, como Padre Misericordioso, tengo que advertiros de adonde os pueden llevar, vuestros malos pasos. No digáis que lo ignorabais, no digáis que nadie os advirtió, porque Yo que seré Vuestro Juez, os aviso. No os engañéis, no os dejéis engañar, creed que el infierno existe y que podéis entrar en el, si vuestro arrepentimiento, no se produce. Yo, Jesús de Nazaret, os aviso.

Empezad por una sincera confesión

Yo Soy un Dios de Amor. Yo amo a Mi creación eternamente. Yo busco a las almas para llenarlas de amor y, las almas, me dan la espalda. Yo Soy Jesús de Nazaret, Hijo del Altísimo, Dios de Misericordia. Quien a Mi viene, Me encuentra, Yo salgo a su encuentro.

Cuantas almas caminan por sendas de perdición y no quieren volver a los caminos rectos. Muchas almas saben que viven en pecado y que pueden condenarse, y aun así, no salen de su situación. Necesitan gracias especiales para que vuelvan a Mí, porque el mal en ellos está tan arraigado, que es como el aire que respiran. Son ovejas extraviadas que a un pecado grave, añaden otro, y otro, y otro. Cuando sienten el más leve anhelo de querer cambiar de vida, pronto lo sofocan por la desidia que les produce ese santo deseo. Yo trato de entrar en sus almas y están cerradas a Mi gracia, herméticamente.

Abortos, adulterios, inmoralidad, fraudes, pederastia, toda clase de pecados horrendos que tienen en su haber. Pero si una de esas almas se volviera a Mi, Yo que Soy Amor, cambiaria sus horizontes negros por horizontes de luz y belleza. Serian muchas de ellas grandes santos y santas, porque tanto como pecaron, así se arrepentirían y amarían.

Es el caso de mi hija Maria Magdalena, que cambió de ser una gran pecadora a ser una gran santa, que solo vivia por y para Mí. Esas almas que tienen en su historia toda clase de pecados terribles, si se convirtieran, amarían con la misma intensidad que pecaron, y se aferrarían a Mi Amor Misericordioso, porque ya por nada del mundo, querrían volver a esa vida anterior. Por eso, las plegarias por la conversión de los pecadores Me son muy gratas, porque esas conversiones llenan al Cielo de alegría inmensa.

Por muchos que sean vuestros pecados, almas queridas, no perdáis la esperanza de que vuestra vida cambie. ¡Deseadlo, intentadlo! y si cayereis mil veces, mil veces os levantareis. Empezad por una sincera confesión; soltad todo vuestro lastre en el confesionario; limpiad vuestras almas y veréis como el cambio os resulta más asequible.

Yo, Jesús de Nazaret, no os negaré Mi gracia, es por vosotros almas pecadoras, que suspiro cada día, esperando vuestro retorno. No Me defraudéis, venid y volved a Mi. Yo Soy un Amo que paga muy bien a sus seguidores. Yo Soy Amor.