Vasos sagrados son las almas virginales que se guardan celosamente de la inmundicia del mundo y de toda clase de pecados. Yo, Jesús, os hablo.
Los ojos, hijos Míos, son las ventanas del alma, y vuestras miradas, deben ser recatadas, discretas y muy prudentes, porque la curiosidad insana no es buen condimento para el alma ya que os puede hacer entrar en el pecado grave y mortal.
Tened cuidado con vuestros ojos y vigilaros exhaustivamente y lo mismo que no dejarais entrar a un ladrón en vuestra casa, si pudiereis impedirlo, no dejéis entrar por vuestros ojos la inmundicia del mundo con la que podéis contaminaros. Yo, Jesús, os hablo.
Pedid ayuda a Vuestra Santa Madre que es modelo de imitación y que nunca pecó ni en lo más mínimo. Ella siempre elevaba Su Corazón a Dios para que la previniera de pecar y, le ayudara en todo momento a hacer Su santa voluntad.
Por las ventanas de los ojos pueden entrar muchas clases de males, de ahí, que tenéis que vigilar atentamente donde ponéis vuestras miradas, porque si permitís lo más mínimo, después os vendrán males más grandes, por eso, no bajéis la guardia y mantened vuestras miradas limpias y recatadas y no veáis programas que os puedan herir en vuestra castidad u os puedan llevar a pecar de pensamiento y de obra.
Aunque os parezca difícil, se puede vivir perfectamente en la virtud de la castidad y cuando venzáis (la tentación) la primera vez, la próxima la venceréis con mas facilidad. Sed hijos Míos, vasos sagrados donde la Santísima Trinidad more, y no permitáis ninguna clase de inmundicia en vuestro interior, pero si caéis, id a lavaros en el Sacramento de la Penitencia con sinceridad y humildad, y Mi gracia os alcanzará y os devolverá la paz que la caída os quitó. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
Venid a Mí, almas amadas de Mi Divino Corazón y Yo os reconfortaré, porque Mi carga es ligera y Mi yugo suave. Yo, Jesús os hablo y os bendigo.