Hijos amados de Mi Corazón Divino, Yo Soy Jesús de Nazaret, Redentor del mundo. Yo os amo sin límites ni condiciones, si bien, es necesario que para entrar en Mi Reino no pequéis más. El pecado no viene de Mí, es un mal muy grande que os sugiere Satanás, y vuestros mismos deseos desordenados y concupiscentes.
El pecado debéis evitarlo una y otra vez, porque Yo tuve que venir a redimiros del pecado para abriros las puertas del Cielo. Y si Yo que fui Santo, Santo, Santo, tuve que padecer siendo inocente, vosotros que no lo sois, debéis de luchar encarecidamente por evitar el pecado y toda clase de faltas, por pequeñas que sean, porque si consentís en una falta pequeña, después viene otra y otra y otra, y así, os crean malos hábitos que os predisponen, a que os cueste mas vencer las tentaciones y los pecados graves.
Limpiad vuestro corazón de deseos materiales. No aspiréis tanto a tener dinero que el dinero no abre las puertas del Cielo, y para muchos, puede ser motivo de condenación. Conformaos con lo que tenéis y si os falta, acudid a Mí para que Mi Divina Providencia, os provea. Compartid con los pobres y dad limosnas a través de Parroquias, Asociaciones y ONG porque ellos hacen llegar vuestros donativos a familias y personas que realmente los necesitan. Mi Madre y Mi padre José no tuvieron apenas lo justo para vivir, y sin embargo, ellos daban a los pobres generosamente, a veces, privándose hasta de lo necesario. La limosna dada de corazón repara muchos pecados y agrada muchísimo a Mi Padre Eterno.
Hijos Míos, Yo os instruyo una y otra vez y os recuerdo constantemente el Evangelio que traje. Hay pobres que más que monedas necesitan afecto y autoestima, dádselo también y, hay otros que necesitan reconocimiento, dádselo también, porque la escasez de cosas que a las almas les son necesarias, puede llegar a hacerlos entrar en el desaliento que les impida venir hacia Mi por caminos rectos, y busquen lo que les falta, en sitios inadecuados o en personas que no son de Mis filas.
Hijos, pobres siempre van a haber y pobres de todo, de pan físico y de pan espiritual, de amor, de compañía, de solidaridad. El bien que hacéis a esas almas se volverá hacia vosotros porque… todo lo que uno siembra, es lo que recoge. Mi Apóstol Pablo dijo que quien siembra tacañamente, tacañamente recogerá, así también a la inversa, quien siembra generosamente, generosamente cosechará, es la regla de la sabiduría del Cielo, muy diferente a las reglas de la sabiduría vuestra que os enseñan, dar ojo por ojo y acaparar para uno mismo, olvidando a vuestros hermanos indigentes.
Hijos Míos, amad a Mis pobres, a Mis familias necesitadas, a Mis trabajadores abnegados pero que no les llega la paga, amadlos y ayudadlos. Cread becas, ayudas, cadenas de alimentos, visitas a domicilios. Vivid con amor cristiano hacia el prójimo e imitad a Mi Santa Madre, que tanto hizo por los indigentes de su entorno y a Mi padre José, que tanto dio y tanto trabajó sin remuneración, para otros. Sed hijos del Cielo, hermanos Míos y no hijos de la tierra, Yo os hablo, Jesús de Nazaret, Hijo del Altísimo.
El pecado debéis evitarlo una y otra vez, porque Yo tuve que venir a redimiros del pecado para abriros las puertas del Cielo. Y si Yo que fui Santo, Santo, Santo, tuve que padecer siendo inocente, vosotros que no lo sois, debéis de luchar encarecidamente por evitar el pecado y toda clase de faltas, por pequeñas que sean, porque si consentís en una falta pequeña, después viene otra y otra y otra, y así, os crean malos hábitos que os predisponen, a que os cueste mas vencer las tentaciones y los pecados graves.
Limpiad vuestro corazón de deseos materiales. No aspiréis tanto a tener dinero que el dinero no abre las puertas del Cielo, y para muchos, puede ser motivo de condenación. Conformaos con lo que tenéis y si os falta, acudid a Mí para que Mi Divina Providencia, os provea. Compartid con los pobres y dad limosnas a través de Parroquias, Asociaciones y ONG porque ellos hacen llegar vuestros donativos a familias y personas que realmente los necesitan. Mi Madre y Mi padre José no tuvieron apenas lo justo para vivir, y sin embargo, ellos daban a los pobres generosamente, a veces, privándose hasta de lo necesario. La limosna dada de corazón repara muchos pecados y agrada muchísimo a Mi Padre Eterno.
Hijos Míos, Yo os instruyo una y otra vez y os recuerdo constantemente el Evangelio que traje. Hay pobres que más que monedas necesitan afecto y autoestima, dádselo también y, hay otros que necesitan reconocimiento, dádselo también, porque la escasez de cosas que a las almas les son necesarias, puede llegar a hacerlos entrar en el desaliento que les impida venir hacia Mi por caminos rectos, y busquen lo que les falta, en sitios inadecuados o en personas que no son de Mis filas.
Hijos, pobres siempre van a haber y pobres de todo, de pan físico y de pan espiritual, de amor, de compañía, de solidaridad. El bien que hacéis a esas almas se volverá hacia vosotros porque… todo lo que uno siembra, es lo que recoge. Mi Apóstol Pablo dijo que quien siembra tacañamente, tacañamente recogerá, así también a la inversa, quien siembra generosamente, generosamente cosechará, es la regla de la sabiduría del Cielo, muy diferente a las reglas de la sabiduría vuestra que os enseñan, dar ojo por ojo y acaparar para uno mismo, olvidando a vuestros hermanos indigentes.
Hijos Míos, amad a Mis pobres, a Mis familias necesitadas, a Mis trabajadores abnegados pero que no les llega la paga, amadlos y ayudadlos. Cread becas, ayudas, cadenas de alimentos, visitas a domicilios. Vivid con amor cristiano hacia el prójimo e imitad a Mi Santa Madre, que tanto hizo por los indigentes de su entorno y a Mi padre José, que tanto dio y tanto trabajó sin remuneración, para otros. Sed hijos del Cielo, hermanos Míos y no hijos de la tierra, Yo os hablo, Jesús de Nazaret, Hijo del Altísimo.