La humanidad pervertida y perdida no quiere saber nada de Mis cosas, Yo, Espíritu Santo, te hablo.
Tú invocas para que Yo Me comunique a través de estos escritos a la humanidad pervertida y perdida, pero esta humanidad no quiere saber nada con Su Creador, con Su Redentor, con Su Santificador, y con Su Santísima Madre, la Inmaculada Concepción.
Hija de Dios, el empeño del Cielo por dar a las almas alimento verdadero para que crezcan, para que renazcan, para que no mueran en el fango de sus pecados, es un empeño lleno de amor y de bondad, y sobre todo, lleno de misericordia, porque avisamos de lo que puede sucederle a un alma que no viva en estado de gracia.
Pero sois sordos a nuestros avisos y no queréis saber nada de las cosas celestiales, y vivís holgadamente, enfangados en vuestras miserias, y estáis tan acostumbrados al hedor de las mismas, que ya como dijo San Pablo no podéis soportar la sana doctrina, y tildáis de ñoñerias y cursilerías y hasta de exageraciones, los avisos del Cielo, de los rectos sacerdotes, del Evangelio y demás. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Quien vive en una situación de pecado un día y otro, y otro, terminará muriendo conforme vive, porque no quiere hacer caso a su conciencia y a cuantos avisos recibe de una forma o de otra. ¿Cómo se puede ser tan insensato? Aunque la misma Virgen se apareciera en cada hogar avisándoos y pidiéndoos un cambio de vida muchos no harían caso, porque están dejando para el final su conversión, sin considerar, que cantidad de gente muere repentinamente por infartos, accidentes y otros. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
El amor de la Santísima Trinidad y de María Santísima, no tiene límites para salvar a un alma de la condenación eterna. Para vosotros insensatos, tampoco hay límites en creeros más listos e inteligentes que el Cielo, y sin embargo, camináis por las sendas que son las de la perdición.
Oís de nuevo a Satanás como lo escuchó Eva disfrazado de serpiente. Ahora Satanás se disfraza de criterios mundanos, de bienestar, de deseos materiales y terrenales, pero sois tan necios como fue Eva, que creyó más a la serpiente que a Dios Mismo. Ved como nació el Salvador, el Ser más grande que jamás existió ni existirá, en un pesebre, ausente de comodidades y bienestar, pero vosotros no queréis las cosas celestiales porque no queréis dejar vuestra vida de holganza y vivir más austeramente. Yo, Espíritu de Dios, os hablo. Quien tenga oídos para oír que oiga y se aplique lo que recibe y lee.
Tú invocas para que Yo Me comunique a través de estos escritos a la humanidad pervertida y perdida, pero esta humanidad no quiere saber nada con Su Creador, con Su Redentor, con Su Santificador, y con Su Santísima Madre, la Inmaculada Concepción.
Hija de Dios, el empeño del Cielo por dar a las almas alimento verdadero para que crezcan, para que renazcan, para que no mueran en el fango de sus pecados, es un empeño lleno de amor y de bondad, y sobre todo, lleno de misericordia, porque avisamos de lo que puede sucederle a un alma que no viva en estado de gracia.
Pero sois sordos a nuestros avisos y no queréis saber nada de las cosas celestiales, y vivís holgadamente, enfangados en vuestras miserias, y estáis tan acostumbrados al hedor de las mismas, que ya como dijo San Pablo no podéis soportar la sana doctrina, y tildáis de ñoñerias y cursilerías y hasta de exageraciones, los avisos del Cielo, de los rectos sacerdotes, del Evangelio y demás. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Quien vive en una situación de pecado un día y otro, y otro, terminará muriendo conforme vive, porque no quiere hacer caso a su conciencia y a cuantos avisos recibe de una forma o de otra. ¿Cómo se puede ser tan insensato? Aunque la misma Virgen se apareciera en cada hogar avisándoos y pidiéndoos un cambio de vida muchos no harían caso, porque están dejando para el final su conversión, sin considerar, que cantidad de gente muere repentinamente por infartos, accidentes y otros. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
El amor de la Santísima Trinidad y de María Santísima, no tiene límites para salvar a un alma de la condenación eterna. Para vosotros insensatos, tampoco hay límites en creeros más listos e inteligentes que el Cielo, y sin embargo, camináis por las sendas que son las de la perdición.
Oís de nuevo a Satanás como lo escuchó Eva disfrazado de serpiente. Ahora Satanás se disfraza de criterios mundanos, de bienestar, de deseos materiales y terrenales, pero sois tan necios como fue Eva, que creyó más a la serpiente que a Dios Mismo. Ved como nació el Salvador, el Ser más grande que jamás existió ni existirá, en un pesebre, ausente de comodidades y bienestar, pero vosotros no queréis las cosas celestiales porque no queréis dejar vuestra vida de holganza y vivir más austeramente. Yo, Espíritu de Dios, os hablo. Quien tenga oídos para oír que oiga y se aplique lo que recibe y lee.