La gracia divina es un don inestimable. La gracia divina es la vida del alma y cuanto mas gracia adquiere el alma más vida divina tiene. Yo Soy Jesús de Nazaret quien os habla y os instruye.
Hijos Míos, es un gran tesoro espiritual poseer la gracia divina, porque la gracia divina en vuestras almas es la fisonomía de la misma, y lo mismo que cuidáis vuestros aspectos y os gusta estar bien parecidos, así debéis cuidar el aspecto de vuestra alma que la ve Dios y los bienaventurados.
Hijos Míos, preocuparos del estado de vuestra alma. Debéis mejorarlo porque cuanto mas bella sea vuestra alma, mas gloria dará a la Santísima Trinidad, y la gracia divina en el alma se adquiere por medio de los sacramentos, especialmente de la Comunión, que si la hacéis en condiciones, os aumenta la belleza de vuestra alma, es decir, os aumenta la gracia santificante, vida divina en el alma.
Muchos comulgáis en la mano sin miramiento alguno porque lo que tocáis y recibís es Mi Sagrado Cuerpo, y vuestras manos pecadoras no deben tocarme, porque Yo debo ser tocado solo por manos ungidas y dedicadas a Mi servicio. Esto no lo entendéis por lo mucho que se ha extendido esta costumbre, y además decís que es más higiénico, porque os preocupa más la higiene de vuestro cuerpo que la higiene de vuestra alma. Hijos, en la Comunión cuando la recibáis, debéis mirar Mi bien, el bien de Vuestro Creador y no el vuestro, porque Yo que hasta un vaso de agua (que deis) no dejo sin recompensa, os daré Mi gracia divina para que vuestras almas crezcan en santidad.
Mi Santa Madre tenía la gracia divina en plenitud, por eso, el Ángel Gabriel la llamó llena de gracia. Ella supo mantenerse en todo momento desde su uso de razón en estrecha unión con la Santísima Trinidad. Hacia en cada momento la voluntad de Dios y ello junto con su Inmaculada Concepción, la supuso vivir en plenitud la gracia divina. Y vosotros hacéis unas comuniones mediocres, irreflexivas, sin darme ni honor ni gloria, por eso hijos Míos, no prosperáis, (en santidad) porque vuestras manos pecadoras Me tocan y después de haberme tocado, os vais a la compra o cogéis el coche con las mismas manos en las que yo HE ESTADO, SIN CONSIDERAR LO SAGRADO Y DIVINO DEL ACTO QUE HABÉIS HECHO AL COMULGAR (1)
Cuantas depresiones, cuantas penas, cuantas lágrimas y pruebas de personas que no les aprovecha la Comunión porque Me reciben en sus manos pecadoras, manos que tocan las cosas del mundo y que no están ungidas para Mi servicio. Pues si bien, muchos sacerdotes son indignos y pecadores, sus manos fueron ungidas por el Obispo, aunque ellos luego hayan caído en el pecado.
Vuestra lengua es interior. Con ella no tocáis cosas inmundas, solo alimentos y bebidas, porque si alguno Me recibe en la lengua también indignamente, os digo lo que dice Mi Apóstol Pablo: De manera que, cualquiera que comiere este Pan ó bebiere esta Copa del Señor indignamente, come o bebe su propia condenación (1 Cor 11-29)
En vistas a servirme y darme gloria, debéis hacer lo que más gloria Me da y más bien os hace, y en el caso de la Comunión, recibidme en la lengua, es más digno de Mí y más provechoso para vuestras almas. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo amorosamente.
(1) Las letras se ponen solas en mayúsculas.
Hijos Míos, es un gran tesoro espiritual poseer la gracia divina, porque la gracia divina en vuestras almas es la fisonomía de la misma, y lo mismo que cuidáis vuestros aspectos y os gusta estar bien parecidos, así debéis cuidar el aspecto de vuestra alma que la ve Dios y los bienaventurados.
Hijos Míos, preocuparos del estado de vuestra alma. Debéis mejorarlo porque cuanto mas bella sea vuestra alma, mas gloria dará a la Santísima Trinidad, y la gracia divina en el alma se adquiere por medio de los sacramentos, especialmente de la Comunión, que si la hacéis en condiciones, os aumenta la belleza de vuestra alma, es decir, os aumenta la gracia santificante, vida divina en el alma.
Muchos comulgáis en la mano sin miramiento alguno porque lo que tocáis y recibís es Mi Sagrado Cuerpo, y vuestras manos pecadoras no deben tocarme, porque Yo debo ser tocado solo por manos ungidas y dedicadas a Mi servicio. Esto no lo entendéis por lo mucho que se ha extendido esta costumbre, y además decís que es más higiénico, porque os preocupa más la higiene de vuestro cuerpo que la higiene de vuestra alma. Hijos, en la Comunión cuando la recibáis, debéis mirar Mi bien, el bien de Vuestro Creador y no el vuestro, porque Yo que hasta un vaso de agua (que deis) no dejo sin recompensa, os daré Mi gracia divina para que vuestras almas crezcan en santidad.
Mi Santa Madre tenía la gracia divina en plenitud, por eso, el Ángel Gabriel la llamó llena de gracia. Ella supo mantenerse en todo momento desde su uso de razón en estrecha unión con la Santísima Trinidad. Hacia en cada momento la voluntad de Dios y ello junto con su Inmaculada Concepción, la supuso vivir en plenitud la gracia divina. Y vosotros hacéis unas comuniones mediocres, irreflexivas, sin darme ni honor ni gloria, por eso hijos Míos, no prosperáis, (en santidad) porque vuestras manos pecadoras Me tocan y después de haberme tocado, os vais a la compra o cogéis el coche con las mismas manos en las que yo HE ESTADO, SIN CONSIDERAR LO SAGRADO Y DIVINO DEL ACTO QUE HABÉIS HECHO AL COMULGAR (1)
Cuantas depresiones, cuantas penas, cuantas lágrimas y pruebas de personas que no les aprovecha la Comunión porque Me reciben en sus manos pecadoras, manos que tocan las cosas del mundo y que no están ungidas para Mi servicio. Pues si bien, muchos sacerdotes son indignos y pecadores, sus manos fueron ungidas por el Obispo, aunque ellos luego hayan caído en el pecado.
Vuestra lengua es interior. Con ella no tocáis cosas inmundas, solo alimentos y bebidas, porque si alguno Me recibe en la lengua también indignamente, os digo lo que dice Mi Apóstol Pablo: De manera que, cualquiera que comiere este Pan ó bebiere esta Copa del Señor indignamente, come o bebe su propia condenación (1 Cor 11-29)
En vistas a servirme y darme gloria, debéis hacer lo que más gloria Me da y más bien os hace, y en el caso de la Comunión, recibidme en la lengua, es más digno de Mí y más provechoso para vuestras almas. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo amorosamente.
(1) Las letras se ponen solas en mayúsculas.