jueves, 23 de julio de 2009

Dictado 10-7-09

Las moradas de los ángeles son moradas celestiales que nada tienen que ver con las moradas terrenales. Ellos viven en continua adoración a Dios Altísimo y en gran veneración a su Reina y Señora María Santísima.

Los espíritus puros angélicos se ganaron la gloria en la prueba que Yo les puse, y ahora gozan de Mí eternamente, y su gozo, nunca tendrá fin, Yo, Padre Eterno, os hablo. Ellos fueron libres de aceptarme o no como Dios, y su libre albedrío les dio el mérito que ahora tienen cuando escogieron el Bien Supremo que es Dios Todopoderoso.


Ellos aman a Mi Divino Hijo Jesús con gran amor y le adoran como Dios y son sus servidores, porque su amor inmenso es inmutable pues superaron la prueba que Yo, Juez Eterno, les puse y por eso el premio es la dicha de vivir en la moradas celestiales que nada tiene que ver con las terrenales y que vosotros, hijos Míos, no podéis imaginar, ya que es otro mundo con dichas que no existen en este y por eso quien salva su alma, vivirá como los espíritus puros, en felicidad eterna y en moradas que dan toda clase de gozos, gozos que no podéis alcanzar en esta vida, ni siquiera imaginar. Yo, Padre Eterno, os hablo.


Quien Me sirve en esta vida y procura ponerme en el lugar que Me corresponde, será después en la otra un ser tan dichoso, que le parecerá que el premio concedido, supera con creces a lo que en la tierra Me dio, pero hijos Míos, Mis misterios no los podéis comprender, ni valorar según vuestra razón, porque en nada tienen que ver Mis designios con los vuestros, así que sabed que en un pecador un grado de amor intenso hacia Mí, puede hacerle alcanzar una gloria que ni siquiera un alma que haya vivido santamente pueda tener, porque el amor es lo que hace y designa el grado de gloria, por eso, muchos de vosotros decís porqué esa persona tan mediocre Dios le da tanto y a otras más santas no le da de igual forma, pero esa persona mediocre puede tener más amor hacia Mí que otra más virtuosa, y ese amor hacia Mí, hacia Mi Divino Hijo, es lo que hará que su gloria eterna tenga más corona o menos, aunque en esta vida no haya sido tan perfecta, pues hacer las cosas por amor a Dios es lo que alcanza al alma bienes eternos e inmensos y no el hacerlas perfectamente, sino amorosamente, esto no lo entendéis por vuestra mezquindad y siempre juzgáis a tal o cual persona sin tener ni idea de cómo es su corazón que solo Yo, Uno y Trino conozco.


Así pues, no creáis que el más santo según vuestros criterios es el más santo a Mi vista, pues cualquier persona que pase desapercibida en esta vida puede ser a Mis ojos más santa que nadie de los que vosotros creáis, porque su amor hacia Mi es fuerte, despegado, sin doblez, sin miedos, sin hipocresías o respetos humanos. Yo, Vuestro Padre Celestial, os hablo y os instruyo. La paz de la Santísima Trinidad esté con todos vosotros.