viernes, 25 de septiembre de 2009

Dictado del 17-9-09

Riquezas y bienes grandísimos y numerosos poseen muchos hombres en esta vida. Yo, Jesús, os hablo.


Hay multitud de señores y de señoras que tienen grandísimos patrimonios y riquezas de valor incalculable en viviendas, locales, joyas, obras de arte y dinero. Son personas que viven apegados a sus bienes y se sienten seguros y poderosos con ellos. Pero Yo, os digo lo que ya dije en Mi Evangelio, de todo eso no quedará nada, ¡nada! Porque todo será hecho cenizas y ninguno de esos bienes les servirá para comprar una morada en el Cielo. Yo, Jesús, os hablo.


Pero si esos señores poderosos de la tierra se desprendieran de esos bienes, quedándose con lo justo para vivir y lo repartieran a los necesitados, esos bienes les alcanzarían una gloria muy grande en el Cielo, si al hacerlo, lo hicieran por amor al prójimo y a los necesitados. Yo, Jesús, os hablo.


Quien es muy rico se apega a la riqueza, o se siente seguro ante tanta abundancia, pero las riquezas terrenales nada tienen que ver con las celestiales y su valor en el Cielo es totalmente nulo, teniendo en cuenta además que muchas de esas riquezas se hicieron evadiendo impuestos, explotando a los marginados, o se hicieron fraudulentamente, y esos pecados gravísimos, (si no se arrepienten) tendrán que pagarlos, pues a Mi mirada no escapa nada de lo malo que se haga, y a MÍ no Me pueden engañar, ni ocultar nada de cómo adquirieron tanto patrimonio. Yo, Jesús, os hablo.


Si conocieran Mi Evangelio y la sabiduría tan grande que hay en él, muchos como son inteligentes reflexionarían, pues la vida humana no se puede alargar más de lo que está establecido y los días de los humanos son efímeros, y no se pueden alargar ni duplicar porque así está establecido por la sabiduría infinita de Dios, y viendo muchos como llega el final de su vida rebosando en la abundancia, siguen apegados a esos bienes que no se pondrán llevar y que para muchos será motivo de condenación. Así, los que pasan toda su vida en goces y deleites, no son capaces ni siquiera en sus últimos años de privarse de tanta abundancia a favor de los desnutridos y pobres verdaderos, obteniendo así el beneplácito del Cielo que consideraría ese desprendimiento. Yo, Jesús, os hablo.


Pues hijos Míos, rezad por los que tienen abundancia de bienes. Rezad por ellos. Ya Me llegan vuestras oraciones por los pobres, pero rezad también por los ricos para que reflexionen y no se apeguen a sus bienes tacañamente, de forma, que sean para ellos causa de condenación. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Mi paz esté con todos vosotros y con todo aquel que ponga en práctica estos escritos.