viernes, 2 de noviembre de 2007

Dictado del 2-11-07

Hoy no os quiero decir nada que os duela, nada de reproches. Hoy, hijos Míos, os quiero decir que también tengo muchas almas, muchísimas, que Me dan consuelo constantemente. En Mis conventos, en Mis parroquias, en Mis asociaciones, en oficinas, en hogares, en centros de trabajo. Si, hijos Míos, también recibo de Mis criaturas consuelo y amor.

Y por esas almas que ME CONSUELAN, QUE CREEN EN Mi, (1) que piensan en Mi y tratan de santificarse con el deber de cada día, Yo perdono muchos males que vendrían a este planeta, por causa del pecado. Enfermedades aun peores que el sida; castastrofes donde morirían muchos niños; diluvios torrenciales. Pero en reconocimiento a esas almas que en el silencio de sus trabajos Me aman y Me honran, Yo, el Salvador del mundo, detengo muchos mas males que vendrían a la tierra.

Porque hijos, un suspiro que hagáis por Mi, no dejo sin recompensa. Una jaculatoria que Me ofrezcáis a Mi o a Mi Madre, la hago fructificar. Todo lo que Me hacéis de corazón Yo lo bendigo y lo multiplico para el bien de las almas. A veces ese bien alcanza también a Mi Iglesia Purgante, y Mis ánimas del Purgatorio reciben consuelo por el bien que vosotros hacéis, al tenerme en vuestros pensamientos en las tareas cotidianas.

Hijos, a Mi no se Me escapa nada y todo llega envuelto con el amor que Me tengáis. Y lo mismo que un regalo si se envuelve con un precioso papel es más aceptable, así, si la jaculatoria o el padrenuestro que recéis aisladamente, en vuestros trabajos, si lo envolvéis en vuestro ardiente amor, lo acepto con más agrado y Me consuela más.

Yo, Soy Jesús de Nazaret, Hijo del Altísimo, Hijo de María.

Mi Madre Me amaba en cada instante y en cada instante elevaba Su Corazón a Mí como Dios y Señor que era, aunque también era su Hijo. Ella vivia mas en el Cielo que en la tierra. Ella elevaba Su Corazón a Mi Padre y le anegaba de ardiente amor y adoración.

Aprended de Ella como Maestra de Amor, porque Su Corazón era una “tea ardiente” por el amor a Dios y el bien de las almas. Quisiera tener en todos los rincones de la tierra, almas que Me den consuelo, Yo las suscito y, deseo que en sus tareas diarias, se desconecten un instante y Me den amor y consuelo.

Yo, Jesús, os hablo. Mi paz y Mi amor para siempre jamás con vosotros.



(1) Las letras se ponen solas en mayúsculas.