Hijos Míos, Soy Jesús quien os habla, Vuestro Hermano y Redentor. Siento en Mi Divino Corazón la necesidad de expresaros Mi gran amor, amor ilimitado, infinito, incondicional (1) Deseo que muchos de vosotros vengáis a cobijaros a Mi Divino Corazón, y allí gustaréis de los tesoros de Mi Divino Amor. Hijos Míos, os añoro a cada uno en particular y a todos en general. Os deseo a cada uno, todos sois para Mí importantes y únicos, no tengo preferencias, pero no todos Me amáis igual, porque muchos de vosotros, condicionáis vuestro amor a Mis gracias, y si os doy gracias, Me servís amorosamente, pero si Me oculto u os niego alguna gracia ya os ponéis tristes.
El Cielo y la Tierra son dos dimensiones diferentes, por eso, no podéis comparar nunca lo que es el Cielo con las cosas de la Tierra, porque nada tiene que ver una cosa con la otra. Vuestro cuerpo está preparado para vivir en la Tierra y tenéis (en ella) cubierto todo lo que necesitáis para alimentaros, crecer, beber, lavaros, etc. pero no están preparados vuestros espíritus para vivir en el Cielo, por eso, tenéis que prepararlos y disponerlos de forma que el Cielo sea vuestra morada.
Imaginaros si a un bebé que se esta desarrollando en el vientre de su madre lo sacaran a la luz antes de tiempo, sin duda moriría, porque sus defensas no están hechas todavía para vivir en la Tierra. Así pasa con vuestros espíritus, tenéis que prepararlos para entrar al Cielo, (2) para ganaros la vida celestial que es única y que vuestras mentes no la pueden ni imaginar, ni suponer.
Hijos, vuestros espíritus deben ser desprendidos de lo material, de lo terrenal, deben tener Vida Divina, que es vivir sin pecado, y evitar toda ocasión de pecar. Debéis predisponeros para entrar al Cielo, y si aun poniendo todo lo que esté de vuestra parte no alcanzáis lo necesario para entrar, Mi misericordia suplirá lo que os falte y os anegaré en Mi Amor Divino, para llevaros a Mis moradas celestiales. Pero debéis primero de poner lo que esté de vuestra parte, sin escatimar esfuerzo alguno, el resto, hijos Míos, amados de Mi Divino Corazón, el resto lo haré Yo y Vuestra Madre Celestial, Madre Mía y Madre Vuestra.
Hijos Míos, preparad vuestras almas, vuestros espíritus para las moradas celestiales, allí no puede entrar el pecado, ni la malicia, allí tenéis que estar muy purificados y libres de toda mancha, por eso, cuanto más os preparéis en esta vida, mas factible es de que alcancéis la otra, que no tiene fin, y mas segura tendréis vuestra salvación, porque nadie, nadie sabe si va a salvarse o no, solo lo conocemos Mi Padre y Yo, y es algo que no revelamos para que no os confiéis y tratéis de ser cada día más perfectos y esforzaros más, en las escalada hacia la eternidad. Hijos Míos, Yo, Jesús, Vuestro Hermano y Redentor, os hablo. Mi paz sea con vosotros por siempre jamás.
El Cielo y la Tierra son dos dimensiones diferentes, por eso, no podéis comparar nunca lo que es el Cielo con las cosas de la Tierra, porque nada tiene que ver una cosa con la otra. Vuestro cuerpo está preparado para vivir en la Tierra y tenéis (en ella) cubierto todo lo que necesitáis para alimentaros, crecer, beber, lavaros, etc. pero no están preparados vuestros espíritus para vivir en el Cielo, por eso, tenéis que prepararlos y disponerlos de forma que el Cielo sea vuestra morada.
Imaginaros si a un bebé que se esta desarrollando en el vientre de su madre lo sacaran a la luz antes de tiempo, sin duda moriría, porque sus defensas no están hechas todavía para vivir en la Tierra. Así pasa con vuestros espíritus, tenéis que prepararlos para entrar al Cielo, (2) para ganaros la vida celestial que es única y que vuestras mentes no la pueden ni imaginar, ni suponer.
Hijos, vuestros espíritus deben ser desprendidos de lo material, de lo terrenal, deben tener Vida Divina, que es vivir sin pecado, y evitar toda ocasión de pecar. Debéis predisponeros para entrar al Cielo, y si aun poniendo todo lo que esté de vuestra parte no alcanzáis lo necesario para entrar, Mi misericordia suplirá lo que os falte y os anegaré en Mi Amor Divino, para llevaros a Mis moradas celestiales. Pero debéis primero de poner lo que esté de vuestra parte, sin escatimar esfuerzo alguno, el resto, hijos Míos, amados de Mi Divino Corazón, el resto lo haré Yo y Vuestra Madre Celestial, Madre Mía y Madre Vuestra.
Hijos Míos, preparad vuestras almas, vuestros espíritus para las moradas celestiales, allí no puede entrar el pecado, ni la malicia, allí tenéis que estar muy purificados y libres de toda mancha, por eso, cuanto más os preparéis en esta vida, mas factible es de que alcancéis la otra, que no tiene fin, y mas segura tendréis vuestra salvación, porque nadie, nadie sabe si va a salvarse o no, solo lo conocemos Mi Padre y Yo, y es algo que no revelamos para que no os confiéis y tratéis de ser cada día más perfectos y esforzaros más, en las escalada hacia la eternidad. Hijos Míos, Yo, Jesús, Vuestro Hermano y Redentor, os hablo. Mi paz sea con vosotros por siempre jamás.
(1) No tiene preferencia de personas, por la raza, credos, estados civil, sexo, edad, culturas, etc.
(2) Si no entraran en el Cielo, morirían eternamente.