domingo, 6 de abril de 2008

No dejéis escapar ningún acto pequeño

El poder del Maligno cada día toma más terreno, pero al Mal solo se le vence con el bien. Las almas que Me aman deben hacer el bien constantemente, incluso en los mas insignificantes detalles. No dejéis de escapar ocasión alguna, porque Yo os la presento, para que obréis el bien.

Soy Jesús, Hijo del Altísimo, Sumo Bien, Amor Eterno. Quiero que mis almas se distingan por esto, porque hagan el bien en toda ocasión y a todos, sin excepción. Conmigo a vuestro lado, acotaremos el poder del Mal y con Mi Madre, la Inmaculada.

Desde el primer momento de vuestro día, ofrecedme todo lo que vayáis a pasar durante esa jornada y no desperdicies de hacer el bien constantemente, incluso, en situaciones que pasan desapercibidas. Si os lo proponéis, Yo, Jesús, os daré Mi gracia, para conseguirlo. Esto enfurecerá a Mi gran enemigo Satanás, y a todos sus secuaces. Ellos forman el ejército del Mal, nosotros, Conmigo a la cabeza, formaremos el ejército del Bien, para contrarrestarlo.

Lo mismo que una gota de agua de un grifo que gotea se malogra y no sirve para nada, vosotras, almas queridas, almas que Me amáis, no dejéis escapar ningún acto por pequeño que sea de hacer el bien, para que esa ocasión no se pierda, pues puede que no la volváis a tener.

Pedidme desde que os levantáis que Yo os ayude, nada deseo más. Sin Mi, nada podéis, Yo lo sé, por eso, es de Mi justicia, que os de Mi gracia. Nunca os pediría nada si no estuviera dispuesto a ayudaros con Mi gracia. Esto va para todas las almas que desean alcanzarme y pertenecer a Mí, incluso, aunque no vivan en estado de gracia, porque al final, de hacer el bien con palabras, obras y santos deseos, llegaran a vivir en Mi gracia y a llevar una vida de santidad, como Yo deseo.

Mi Madre, Hacedora perenne en hacer el bien, estará con vosotros ayudándoos en esta empresa celestial, para que Mi ejército sea portador de tantos actos buenos, que puestos en una balanza, ayuden a contrarrestar, la balanza del Mal.

¡Animo, hijos míos! os lo pide Jesús de Nazaret, Vuestro Hermano y Redentor. ¡Os amo entrañablemente! Os espero y os bendigo.