Locura de amor es el amor que Cristo tuvo a la Humanidad, verdadera locura de amor. El amó a la humanidad y a las almas como no hay palabra humana que lo pueda expresar, es un amor infinito pero lleno de misericordia, de bondad, de fidelidad y de todo lo que se puede desear al ser amado. Las almas como son viles y mediocres no pueden entender tanta grandeza, solo en el Cielo se entenderá esta locura de amor que el Redentor del mundo el Hijo de Dios Padre ha tenido y tiene a la humanidad. Quien entienda, ni siquiera breve o levemente, esta locura de amor del Hijo de Dios a la humanidad pervertida y que le da la espalda, es un alma que Me posee. Yo, Espiritu Santo, Me dirijo a vosotros.
Hijos, que poco valoráis tanto amor y encima ni siquiera lo creéis. No podéis imaginar que haya alguien que os ame como os ama el Redentor, no lo podéis imaginar, porque vosotros no sois capaces de amar así ni a vuestros propios hijos. Esta entrega que tuvo el Redentor por todos vosotros pecadores y viles criaturas no lo podéis valorar, porque vuestros corazones están llenos de inmundicia y de deseos materiales y terrenales, muchos de esos deseos rastreros.
Yo Me comunico por este medio y por muchos otros medíos para haceros entender el gran amor de Dios, sobre todo, en la Divina Figura de Su Unigénito, porque al ver a Dios hecho Hombre y ver el amor inmenso que os tiene, podéis entenderlo mejor en vuestra mente, pero no os mueve nada, no hacéis intención, ni siquiera minimamente de cambiar de vida, de hábitos, de disposiciones. Cuantas gracias os perdéis por vuestras malas disposiciones, pues aunque seáis pecadores, si tuvierais un mínimo deseo de mejorar de vida, Yo, Espíritu Santo, Me volcaría en vosotros para secundar ese deseo y hacerlo fructificar. Hijos, posponed vuestros malos hábitos y mejorar algo vuestra vida, cuando DEIS (1) el primer paso de mejorar vuestra vida espiritual, veréis que pronto viene el segundo paso.
Coged un libro santo, de alguna vida ejemplar. Coged el Santo Evangelio. Coged algún devocionario y empezad a dar el primer paso, veríais que fácil es dar luego el segundo. Pero vuestra apatía e inmundicia os asfixian y sofocan toda intención de querer reconvertiros, Yo, Espíritu de Dios, os hablo y os animo a mejorar vuestra vida espiritual, os animo a cambiar de hábitos, a amar a Vuestro Redentor que desea morar en vosotros y ser Vuestro Amigo y Vuestro Señor. La paz de la Santísima Trinidad y del Cielo os doy por medio de esta comunicación. Yo, Espiritu Divino, os hablo.
Hijos, que poco valoráis tanto amor y encima ni siquiera lo creéis. No podéis imaginar que haya alguien que os ame como os ama el Redentor, no lo podéis imaginar, porque vosotros no sois capaces de amar así ni a vuestros propios hijos. Esta entrega que tuvo el Redentor por todos vosotros pecadores y viles criaturas no lo podéis valorar, porque vuestros corazones están llenos de inmundicia y de deseos materiales y terrenales, muchos de esos deseos rastreros.
Yo Me comunico por este medio y por muchos otros medíos para haceros entender el gran amor de Dios, sobre todo, en la Divina Figura de Su Unigénito, porque al ver a Dios hecho Hombre y ver el amor inmenso que os tiene, podéis entenderlo mejor en vuestra mente, pero no os mueve nada, no hacéis intención, ni siquiera minimamente de cambiar de vida, de hábitos, de disposiciones. Cuantas gracias os perdéis por vuestras malas disposiciones, pues aunque seáis pecadores, si tuvierais un mínimo deseo de mejorar de vida, Yo, Espíritu Santo, Me volcaría en vosotros para secundar ese deseo y hacerlo fructificar. Hijos, posponed vuestros malos hábitos y mejorar algo vuestra vida, cuando DEIS (1) el primer paso de mejorar vuestra vida espiritual, veréis que pronto viene el segundo paso.
Coged un libro santo, de alguna vida ejemplar. Coged el Santo Evangelio. Coged algún devocionario y empezad a dar el primer paso, veríais que fácil es dar luego el segundo. Pero vuestra apatía e inmundicia os asfixian y sofocan toda intención de querer reconvertiros, Yo, Espíritu de Dios, os hablo y os animo a mejorar vuestra vida espiritual, os animo a cambiar de hábitos, a amar a Vuestro Redentor que desea morar en vosotros y ser Vuestro Amigo y Vuestro Señor. La paz de la Santísima Trinidad y del Cielo os doy por medio de esta comunicación. Yo, Espiritu Divino, os hablo.