Los acontecimientos del Cielo están en otra dimensión, de ahí, que tratar de explicarlos a mentes humanas es difícil, pues solo se comprenderían un débil reflejo de lo que allí sucede. Todas las maravillas del Cielo son inimaginables, es decir, que aunque las imaginéis, no os aproximáis ni siquiera débilmente a lo que son en realidad. Es como si en un vaso de agua quisierais meter la grandeza de un océano, es imposible, así sucede con las cosas del Cielo, que nada tienen que ver con las cosas terrenales.
Pero quien piensa para superarse a si mismo en un Cielo con todas las maravillas que a esa persona le guste desear o pensar, vale para evitar el pecado, pues por muy grandes y bellas que piense en las maravillas del Cielo, nunca llegaría a alcanzar lo que son en realidad. Ya el Apóstol Pablo no quiso arriesgarse a explicar en el plano humano lo que es el Cielo, a pesar de que el solo lo vio efímeramente.
Pasa lo mismo con el infierno, sus horrores son inimaginables. Por mucho que penséis en los horrores del infierno, no llegarais nunca a alcanzar hasta que punto. Imaginaos un dolor de muelas o de otra parte de vuestro cuerpo perpetuo, sin que los medicamentos ni ninguna otra cosa os lo pudieran quitar, sería horroroso, pues bien, ¿qué es un dolor de muelas perpetuo comparado con los atroces tormentos del infierno?, no es nada. Allí el dolor peor es el remordimiento que se tiene en el alma de haber perdido un Bien (Dios) tan grande por cualquier trivialidad.
No es Dios quien condena, sino que es el alma que no ha querido cumplir Sus leyes, es como el que quiere sacar un examen sin haber estudiado, no es el profesor quien lo suspende, sino el mismo al no haber querido estudiar nada, porque si el profesor lo aprobase, sería un profesor injusto. Así Dios por ser Justicia, no puede favorecer al que voluntariamente una y otra vez ha rechazado Su gracia, y voluntariamente ha querido mantenerse en su estado de pecado grave, (bien) porque ha renegado de Dios o se ha burlado de Sus leyes.
Hijos del Altísimo, la vida es muy corta para desperdiciarla y el bien eterno que perdéis es inmenso. Solos no podéis salir del pecado, pero Yo, Espíritu de Amor y Sabiduría, Espíritu de Fortaleza, os daré Mi gracia para que podáis posponer vuestra situación de pecado. Yo, Espíritu Divino, os hablo y os exhorto una y otra vez a la conversión verdadera. ¿No hacéis limpieza en vuestros hogares o despachos y tiráis lo que nos os sirve? Limpiad vuestras almas de podredumbre y erradicar aquello que no os hará ganar el Cielo, aquello que no os sirva para vuestra santidad, aunque sean pequeños vicios o malas costumbres. Yo, Espíritu de Amor, os hablo. La paz de Dios con vosotros.
Pero quien piensa para superarse a si mismo en un Cielo con todas las maravillas que a esa persona le guste desear o pensar, vale para evitar el pecado, pues por muy grandes y bellas que piense en las maravillas del Cielo, nunca llegaría a alcanzar lo que son en realidad. Ya el Apóstol Pablo no quiso arriesgarse a explicar en el plano humano lo que es el Cielo, a pesar de que el solo lo vio efímeramente.
Pasa lo mismo con el infierno, sus horrores son inimaginables. Por mucho que penséis en los horrores del infierno, no llegarais nunca a alcanzar hasta que punto. Imaginaos un dolor de muelas o de otra parte de vuestro cuerpo perpetuo, sin que los medicamentos ni ninguna otra cosa os lo pudieran quitar, sería horroroso, pues bien, ¿qué es un dolor de muelas perpetuo comparado con los atroces tormentos del infierno?, no es nada. Allí el dolor peor es el remordimiento que se tiene en el alma de haber perdido un Bien (Dios) tan grande por cualquier trivialidad.
No es Dios quien condena, sino que es el alma que no ha querido cumplir Sus leyes, es como el que quiere sacar un examen sin haber estudiado, no es el profesor quien lo suspende, sino el mismo al no haber querido estudiar nada, porque si el profesor lo aprobase, sería un profesor injusto. Así Dios por ser Justicia, no puede favorecer al que voluntariamente una y otra vez ha rechazado Su gracia, y voluntariamente ha querido mantenerse en su estado de pecado grave, (bien) porque ha renegado de Dios o se ha burlado de Sus leyes.
Hijos del Altísimo, la vida es muy corta para desperdiciarla y el bien eterno que perdéis es inmenso. Solos no podéis salir del pecado, pero Yo, Espíritu de Amor y Sabiduría, Espíritu de Fortaleza, os daré Mi gracia para que podáis posponer vuestra situación de pecado. Yo, Espíritu Divino, os hablo y os exhorto una y otra vez a la conversión verdadera. ¿No hacéis limpieza en vuestros hogares o despachos y tiráis lo que nos os sirve? Limpiad vuestras almas de podredumbre y erradicar aquello que no os hará ganar el Cielo, aquello que no os sirva para vuestra santidad, aunque sean pequeños vicios o malas costumbres. Yo, Espíritu de Amor, os hablo. La paz de Dios con vosotros.