sábado, 19 de abril de 2008

Vuestro ministerio es sagrado ¡sagrado! y no debéis olvidarlo

¡Hijos míos! sacerdotes de Mi Corazón. Vuestro ministerio es sagrado ¡SAGRADO! Y NO DEBEIS OLVIDARLO (1). No sois del mundo, sois Míos, me pertenecéis desde el día que os ordenaron. Estáis a Mi servicio, no al servicio vuestro ni de las cosas mundanas. Hay cosas que no se os permiten por ser hombres consagrados y ordenados a Mí. Mujeres, playas, cines, bailes, no se os permiten, vuestro hábitat debe ser el Sagrario, la Parroquia, la celda (habitación). El breviario debe ser para vosotros una cita Conmigo y debéis rezarlo a diario, con fe y fervor.

No cambiéis el breviario por revistas mundanas, eróticas, dañinas para vuestra castidad, que debéis conservar intacta y defenderla a ultranza.

Deberíais ser ángeles terrenales, de forma que quien se acercara a vosotros sintiera la paz del Cielo. Yo os doy gracias especiales para estas exigencias y gozos que el mundo nunca os podrá dar. Buscáis la felicidad en caminos erróneos, muchos dejáis el sacerdocio y formáis una familia, abandonando la familia espiritual que Yo os he dado. Algunos sois escándalo incluso para vuestros hermanos los sacerdotes. Tanto modernismo y apertura os llevan por caminos torcidos, pero rectos a las gehenna infernal.

Hijos míos, hermanos queridos, venid a Mi, os recibiré con los brazos abiertos, sin reproches, sin castigos y sanaré vuestras heridas, esas que os ha hecho el mundo, destrozando vuestra vocación. Aun estáis a tiempo, aun podéis rectificar y llevar una vida ordenada, de entrega y amor a Mi.

Vuestros ángeles, Mi Madre y Vuestra, Mis bienaventurados os ayudarán. La parábola del hijo pródigo también va por vosotros, Yo os espero ansioso de poder de nuevo abrazaros como lo hice el día de vuestra ordenación.

(1) Las letras se ponen solas mayúsculas.