Es vergonzoso que un cristiano oiga una blasfemia y se quede insensible al ultraje que hacen a los bienaventurados del Cielo, sean quienes sean (éstos), porque vaya contra quien vaya la blasfemia, Ángeles, Santos, Virgen, es un bienaventurado que ya está dando gloria a Dios. Y no digamos si la blasfemia va contra el Santo de los Santos Dios Altísimo Todopoderoso ó contra la Eucaristía. Yo, Miguel Arcángel, el ángel que se opone al demonio, os hablo.
Hijos de Dios Altísimo, ¡cristianos! Os llamo a la reparación de las blasfemias, que de todas las maneras y por todas las partes del mundo proliferan, porque quien repara una blasfemia hace que esa blasfemia pierda su fuerza y consuele a Dios Altísimo ó a quien se repara, por el acto de amor contrapuesto que supone la reparación.
¡Cristianos! Hijos de Dios Altísimo, reparad lo que otros cristianos hacen mal como es blasfemar, y no disculpéis nunca la blasfemia bajo ningún concepto, pues bien sabéis que la blasfemia deshonra a Dios Altísimo ó a todo aquel a quien se le hace.
Defended a Vuestra Madre Celestial de tanta blasfemia e ignominia como recibe. Ella os dio a Vuestro Redentor, y no debéis permitir que sea blasfemada bajo ningún concepto. Yo, Miguel Arcángel, os hablo.
Los Ángeles y bienaventurados alabamos constantemente a Dios Altísimo en el Cielo, y en la tierra, el Señor, la Virgen y los Santos reciben blasfemias y ultrajes, cuando ellos lo que están haciendo, es dar gloria a Dios en el lugar celestial donde les correspondió estar. Yo, Miguel Arcángel, os hablo.
Luchad contra la blasfemia y ante vuestras oídos no permitíais que se diga nunca una blasfemia, y ante las blasfemias de acciones públicas, reparad, reparad, reparad, y rebatirlas también con los medios que podáis, unos serán con escritos públicos, otros con homilías, o charlas, otros con propaganda que se contraponga al ultraje o blasfemia correspondiente, pero no os quedéis insensibles antes esas afrentas deleznables, para que no tengáis culpa de omisión. Yo, Miguel Arcángel, el ángel que se opone al demonio os habla y os instruye. La paz de Dios Altísimo esté con todos vosotros.
Hijos de Dios Altísimo, ¡cristianos! Os llamo a la reparación de las blasfemias, que de todas las maneras y por todas las partes del mundo proliferan, porque quien repara una blasfemia hace que esa blasfemia pierda su fuerza y consuele a Dios Altísimo ó a quien se repara, por el acto de amor contrapuesto que supone la reparación.
¡Cristianos! Hijos de Dios Altísimo, reparad lo que otros cristianos hacen mal como es blasfemar, y no disculpéis nunca la blasfemia bajo ningún concepto, pues bien sabéis que la blasfemia deshonra a Dios Altísimo ó a todo aquel a quien se le hace.
Defended a Vuestra Madre Celestial de tanta blasfemia e ignominia como recibe. Ella os dio a Vuestro Redentor, y no debéis permitir que sea blasfemada bajo ningún concepto. Yo, Miguel Arcángel, os hablo.
Los Ángeles y bienaventurados alabamos constantemente a Dios Altísimo en el Cielo, y en la tierra, el Señor, la Virgen y los Santos reciben blasfemias y ultrajes, cuando ellos lo que están haciendo, es dar gloria a Dios en el lugar celestial donde les correspondió estar. Yo, Miguel Arcángel, os hablo.
Luchad contra la blasfemia y ante vuestras oídos no permitíais que se diga nunca una blasfemia, y ante las blasfemias de acciones públicas, reparad, reparad, reparad, y rebatirlas también con los medios que podáis, unos serán con escritos públicos, otros con homilías, o charlas, otros con propaganda que se contraponga al ultraje o blasfemia correspondiente, pero no os quedéis insensibles antes esas afrentas deleznables, para que no tengáis culpa de omisión. Yo, Miguel Arcángel, el ángel que se opone al demonio os habla y os instruye. La paz de Dios Altísimo esté con todos vosotros.