Silenciosos están algunos obispos sobre las denuncias de conductas pecaminosas y aberraciones que hacen los feligreses sobre algunos sacerdotes. Yo, Jesús, os hablo.
El obispo que sabe que hay una situación que debe arreglar y la va posponiendo por no crear escándalo, Me dará rigurosamente cuenta, porque ellos tienen la autoridad del Cielo para hacer y deshacer, y deben emplear esa autoridad en beneficio de las almas y para gloria Mía. Yo, Jesús, os hablo.
Soy el Crucificado quien habla, pero parece ser que Me tenéis que crucificar cada día y a cada instante. No estáis conformes con la Crucifixión que padecí en Mi Divino Cuerpo en Mi paso por la tierra, tenéis que crucificarme una y otra vez, y algunos de vosotros, no sois mejores que los escribas y fariseos que gritaban al unísono ¡crucifícale! ¡crucifícale!
La autoridad que tenéis y el cargo privilegiado que ostentáis, es para el bien de la Santa Madre Iglesia y no para vuestra gloria. Debéis investigar las situaciones que os denuncian. Quien lo hace, lo hace con el deseo de que se le tenga en cuenta, incluso aquellas denuncias que sean anónimas, porque por ser anónimas son de personas más cercanas a vosotros y que no se atreven a identificarse por lo duro de la situación y por la cercanía en que están a vosotros. Algunas de esas denuncias son de los mismos sacerdotes, por tanto obispos, poned freno a tanta contaminación que hay en Mi Santa Iglesia. Yo, Jesús, os hablo.
A vosotros fieles queridos que denunciáis situaciones dolorosísimas en Mi Santa Iglesia, si los obispos de vuestro entorno no os hacen caso, dirigíos directamente al Cardenal de España, si tampoco os hace caso hacedlo a Roma, y si tampoco allí os hacen caso Yo Mismo tomaré en cuenta este asunto e intervendré, pero hijos, poned de vuestra parte los medios y dirigíos a un sitio y a otro para que no seáis culpables de pecado de omisión por conocer situaciones que son corruptas y no las denunciéis. Yo, Jesús, Vuestro Salvador, os hablo.
Mi barca, la Santa Madre Iglesia, esta haciendo aguas por todos los lados, y si no se pone freno a tanto exceso, pueden llegar a contaminarse también los sacerdotes buenos, porque las malas conductas suelen ser contagiosas. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos de Mi Divino Corazón, ofreced oraciones por todo este asunto y rezad muchísimo por los obispos para que usen su autoridad, en beneficio de las almas y de la Santa Madre Iglesia y tomen decisiones que aunque sean dolorosas sean justas y para Mi mayor gloria. Yo, Jesús, os hablo y os bendigo.