Me acerco a cada alma para ayudarla a levantarse del fango, trato de sugerirla cosas santas, deseos nobles, buenos, que le traigan a Mi, y el alma me ignora totalmente, no tiene en cuenta nada de lo que le sugiero a su mente o le digo a su corazón. No sucede así cuando la voz de su interior es la de Satanás, entonces el alma, si el diablo le sugiere que tenga peleas con algún familiar, por cualquier cosa que le hizo, esa persona se irrita, le entra ira, le entra deseo de venganza, le entra rencor, le entra de todo. ¿Como puede un alma ser tan dócil al mal, y hacer tanta resistencia al bien? ¿Como puede un alma caer tan fácilmente en el mal y no sentir ni el mínimo anhelo de hacer el bien?
Hijos Míos, se que sois perezosos, que os cuesta mucho venceros, pero Mi gracia nunca os va a faltar, parece que Yo sea un Dios tirano que os mande cosas imposibles, no hijos Míos, solo os sugiero que hagáis el bien, que tengáis obras buenas, actos nobles, actos de hermandad con vuestros compañeros, con vuestros familiares. Parece que solo en las grandes catástrofes sois solidarios, ahí si que veo que muchos de vosotros os enternecéis ante la tragedia, y os ayudáis unos a otros, ¿debo pues mandaros catástrofes para que obréis el bien? Hijos Míos, si la vida fuera larga quizás yo esperaría mas a vuestra conversión, pero es tan corta, tan corta. Muchos de los que leéis estos mensajes perecerán antes de que llegue (otro) año, y sin embargo, no posponéis vuestra actitud, os cuesta mucho practicar el bien, cuando las consecuencias de practicarlo, son bienes para vuestra alma y gozos que os llenaran.
Debéis de tener buenos hábitos, costumbres buenas que os ayuden a practicar el bien diariamente. Si tenéis costumbres para las cosas del mundo, tenedlas también para las cosas del alma, por ejemplo, proponeos a una determinada hora decir una jaculatoria a Mí o a Mi Santa Madre, y si lo hacéis un día y otro y otro, ya no podréis pasar sin hacerlo. Proponeos que cuando paséis por una Iglesia hacerme una visita, y si lo hacéis por norma, veréis que ya esa visita os será reclamada por vuestra alma. Hijos Míos, ¿cómo os puedo inducir a hacer el bien si todos mis esfuerzos son vanos?
Leéis estos escritos y os conmovéis, de momento queréis cambiar de vida, pero que pronto sofocáis los buenos deseos, tan pronto dejáis de leer esto y os ponéis a ver un programa basura de la televisión y ya está sofocado vuestro buen deseo. Cuando tengáis un buen deseo, secundadlo un poco, no lo asfixiéis inmediatamente echándole encima podredumbre que os da el mundo. Hijos, guardad un poco de silencio, reflexionad, invocadme, asistid a Vuestra Madre del Cielo, a vuestro Santo Ángel de la Guarda, no sofoquéis inmediatamente lo que trata de surgir, porque nunca llegareis a obrar el bien si sofocáis vuestros santos deseos. Yo, Jesús, os hablo, y os prometo Mi Santo Espíritu para que os de luz y fortaleza en vuestros buenos propósitos.
Hijos Míos, se que sois perezosos, que os cuesta mucho venceros, pero Mi gracia nunca os va a faltar, parece que Yo sea un Dios tirano que os mande cosas imposibles, no hijos Míos, solo os sugiero que hagáis el bien, que tengáis obras buenas, actos nobles, actos de hermandad con vuestros compañeros, con vuestros familiares. Parece que solo en las grandes catástrofes sois solidarios, ahí si que veo que muchos de vosotros os enternecéis ante la tragedia, y os ayudáis unos a otros, ¿debo pues mandaros catástrofes para que obréis el bien? Hijos Míos, si la vida fuera larga quizás yo esperaría mas a vuestra conversión, pero es tan corta, tan corta. Muchos de los que leéis estos mensajes perecerán antes de que llegue (otro) año, y sin embargo, no posponéis vuestra actitud, os cuesta mucho practicar el bien, cuando las consecuencias de practicarlo, son bienes para vuestra alma y gozos que os llenaran.
Debéis de tener buenos hábitos, costumbres buenas que os ayuden a practicar el bien diariamente. Si tenéis costumbres para las cosas del mundo, tenedlas también para las cosas del alma, por ejemplo, proponeos a una determinada hora decir una jaculatoria a Mí o a Mi Santa Madre, y si lo hacéis un día y otro y otro, ya no podréis pasar sin hacerlo. Proponeos que cuando paséis por una Iglesia hacerme una visita, y si lo hacéis por norma, veréis que ya esa visita os será reclamada por vuestra alma. Hijos Míos, ¿cómo os puedo inducir a hacer el bien si todos mis esfuerzos son vanos?
Leéis estos escritos y os conmovéis, de momento queréis cambiar de vida, pero que pronto sofocáis los buenos deseos, tan pronto dejáis de leer esto y os ponéis a ver un programa basura de la televisión y ya está sofocado vuestro buen deseo. Cuando tengáis un buen deseo, secundadlo un poco, no lo asfixiéis inmediatamente echándole encima podredumbre que os da el mundo. Hijos, guardad un poco de silencio, reflexionad, invocadme, asistid a Vuestra Madre del Cielo, a vuestro Santo Ángel de la Guarda, no sofoquéis inmediatamente lo que trata de surgir, porque nunca llegareis a obrar el bien si sofocáis vuestros santos deseos. Yo, Jesús, os hablo, y os prometo Mi Santo Espíritu para que os de luz y fortaleza en vuestros buenos propósitos.
Hijos Míos, orad, orad, orad, la oración vence muchos males, incluso físicos, orad hijos Míos, orad, orad, que Yo siendo El Santo oraba constantemente, y lo mismo Mi Madre. Orad hijos orad, y tratad de vivir la vida del espíritu. Yo Jesús os hablo. Mi paz para siempre con vosotros. Venid a Mi hijos de Mi Corazón, venid a Mí.