Un hijo debe ser la honra de su padre. Si un hijo no honra a su padre, no es buen hijo. Los hijos deben ser orgullo de sus padres. Yo Soy el Espíritu Divino que vengo a instruiros y a deciros, como deben ser los verdaderos hijos de Dios.
Un hijo (de Dios) nunca debe tomar el Santo Nombre de Dios en vano, ni debe blasfemarlo nunca jamás, ni dejar que otros lo blasfemen. Un hijo verdadero de Dios debe defender a su Padre Celestial con más ardor y celo que si fuera su padre biológico. Esto lo verá su Padre Celestial y no lo olvidará nunca.
Quien da la cara por defender a su Padre Celestial, es digno hijo de El, y su Padre Eterno, se lo pagará centuplicadamente en la otra vida y aún en esta. Hoy día no se respeta el Santo Nombre de Dios y se blasfema contra El, o se jura en vano, o se pronuncia a la ligera, sin miramiento alguno. No tomaras el Santo Nombre de Dios en vano es el segundo mandamiento de la Ley de Dios y debe cumplirse rigurosamente.
Los cristianos de hoy dejan mucho que desear porque son cristianos que no tienen celo apostólico alguno, y no dan ejemplo en ningún sentido. Cada día (están) menos instruidos en las cosas de su religión, pasando por alto muchos hechos que no pasarían, si se lo hicieran a algunos de sus hijos biológicos.
Cuando a uno de sus hijos en la escuela u otro lugar lo insultan o humillan, que exasperados se ponen algunos padres, incluso, ponen denuncias o llaman a los medios de comunicación. No es así con su Dios. No tienen este celo para con su Dios, y sin embargo, es un importante mandamiento que deben cumplir como cualquier otro, como el mandamiento de “no matarás”.
Imaginad como pronunciaría la Virgen Santísima el Santo Nombre de Dios, que todo su ser, se estremecía cada vez que lo nombraban. Ella, la Santa por excelencia, fue un modelo a seguir como ninguna otra persona, y Ella, era humana como vosotros. Pero Mi gracia le hacia efecto porque no la malgastaba, ni la anulaba con acciones pecaminosas o imperfecciones.
Hijos de Dios Altísimo, imitad a María Santísima. Meditad más en su vida, en su forma de actuar y de ser. Obrad en cada situación como Ella obraría, al menos intentadlo. Yo, Espíritu Divino, os hablo y os instruyo. Alabada sea la Santísima Trinidad.