Sí, hijos sí, Yo Me comunico con la tierra y sus moradores a los que tanto amo, y es para Mí, un deleite poder hacerlo. Yo digo a Mis fieles seguidores el gran amor que les tengo y el consuelo tan grande que es para Mí sus ofrecimientos, su amor, su adoración, su entrega. Pero cuando esos actos de amor, de adoración y entrega Me los hace un sacerdote, entonces, hijos Míos, no solo recibo deleite sino un consuelo muy grande y una gloria inmensa, porque el sacerdote que vive por y para Mí, es como una isla donde vivo y Me recreo y voy a descansar en él de las inmundicias del mundo.
Y Mi Madre, al ver a un sacerdote que Me ama y Me sirve en amor, pide para él la perseverancia final y el librarle del Maligno, para que su vocación, llegue al final serenamente y con facilidad, pues Ella lo libra en cantidad de ocasiones de los ataques del Maligno, y solo permite, aquellos que serán para más corona y más virtud. Yo, Jesús, os hablo.
Y vosotros fieles Míos amantísimos, almas pequeñitas que Me dais vuestro amor y dones, -sea poco, sea mucho- Yo los recibo con amor, y Me consuelan de tanta frialdad y olvido que Me tienen multitud de almas, y también voy a refugiarme en vosotros y en vuestros corazones para resarcirme del olvido de tantos cristianos que viven días y días y hasta años, sin recordar ni siquiera Mi Santo Nombre. Yo, Jesús, os hablo,
Escuchad a Mi Hijo muy amado dijo Mi Padre en Mi bautizo, pero no solo no se Me escucha, ni se Me lee, sino que se han olvidado de que existo y de que existí una vez. Yo, Jesús, os hablo.
Os pido hijos de Mi Divino Corazón que mantengáis vuestros corazones caldeados con Mi amor divino, para que con ese fuego y calor, se purifiquen vuestras acciones e intenciones y se quemen en ese amor a Mí, todo aquello que Me desagrada. Yo, Jesús, os hablo y os bendigo.