sábado, 6 de octubre de 2007

Consagración a la Santa Faz

¡Oh Faz Adorable de Jesús! ya que has querido elegirme de manera especial para entregarte a mi, vengo a consagrarme a Tu Santa Faz. Me parece, Jesús, oír que me dices: Mira Mi Faz dolorida e inflamada por los golpes y bofetadas. Mírala toda sucia por los salivazos, la Sangre y las Lágrimas.

Mi alma comprende tu dolor, y quiero enjugar tu Dulce Faz y consolarte del olvido de los malvados. A sus ojos, Tú estás todavía escondido, Te consideran como objeto de desprecio, no así mi corazón.

¡Oh Faz! más bella que los lirios y las rosas de primavera, Tú no estás escondida a mis ojos. Las lágrimas que velan tu Mirada Divina, me parecen diamantes preciosos que quiero recoger, para con su valor infinito, comprar las almas de mis hermanos.

De Tu Boca Sagrada ha salido la amorosa queja: ¡Tengo sed! Y sabiendo que la sed que te consume es una sed de amor, quisiera, para poder apagártela, poseer un amor infinito. Por eso, Faz adorada y amada por mi, hoy me consagro a Ti para Tu consuelo y para convertir en perlas, todos los salivazos, arañazos y golpes, que recibiste.

Rostro amadísimo de mi corazón, incrustado en mi memoria, si tuviera el amor de todos los corazones, todo ese amor sería para Ti. Pues bien, dame Tu ese amor y ven a apagar Tu sed en el de tu pobre siervo.

Señor, tengo necesidad de Ti, para que por Ti y con tus gracias, podamos iluminar a multitud de pobres pecadores, entre los cuales, yo me cuento. ¡Oh Faz Adorable!, Tú eres el verdadero, el único amor de mi corazón.

¡Oh Faz Adorada de Jesús! Mientras espero el día eterno en que contemplare esa Faz tal cual es y que tanto me atrae, mi único deseo es contemplar ese Divino Rostro constantemente. Solo Tu Faz es mi cielo y mi anhelo permanente. Que esta consagración a Ella, Te resarza del beso de Judas y de todos los traidores del mundo. Así sea.

Dictado del 6-10-07

Siervos de Dios, sacerdotes de Dios, Yo Soy Jesús, Vuestro Salvador y os pido que seáis un reflejo Mío en todo momento. Os he dado lo máximo que se puede dar a una criatura, el sacerdocio, por tanto, llevadlo conforme a Mi Voluntad, de forma que nunca deis que hablar a nadie. Que vuestros obispos estén orgullosos de vosotros y sobre todo, que Yo, Vuestro Salvador, Me sienta consolado y honrado por vuestro ministerio.

No os importe, siervos Míos, el que dirán de la gente, no os preocupe el criterio humano, porque no son las personas quienes os pedirán cuentas, sino Yo, Vuestro Maestro y Señor.

Haced lo que tengáis que hacer según Mis normas, sin importaros lo que os digan, porque Vuestro Juez Soy Yo y os pediré estrechamente cuentas, de cómo Me habéis representado en la tierra. Yo os amo, hijos Míos, pero amaros no quiere decir que pase de vuestro comportamiento, que debe ser impecable, intachable, porque si Yo pasara de ello, sería un Juez inicuo, que no le importa la verdadera justicia.

Las almas que os acerco darán testimonio vuestro en vuestro juicio, ellas dirán si las llevasteis por buenos caminos o por sendas erróneas. Tanto si se salvan o no, ellas darán testimonio vuestro, por eso, tomaros con mucha seriedad vuestro ministerio. Confesaros cuantas veces hagan falta vuestras flaquezas, tentaciones, malos deseos e inclinaciones, porque la confesión es también para vosotros y no estáis exentos de ella, aunque seáis rectos.

No celebréis el Santo Sacrificio en pecado, aunque tengáis intención de confesaros después, Mi Cuerpo Santo necesita ser tocado por manos lavadas de toda mancha, y tan pronto caigáis en un pecado de gravedad, sea de acción o pensamiento, id a confesaros con uno de vuestros hermanos, aunque esto os cueste humillación y vergüenza.

Hijos, Yo estoy a vuestra disposición, todo lo que necesitéis para el bien de las almas, no os lo negaré, incluso antes de que Me lo pidáis os lo daré, pero no seáis negligentes en Mi servicio, en Mi trato, porque Mis fieles cristianos os observan y escudriñan vuestras acciones. Una genuflexión bien hecha ante Mi Presencia Eucarística, puede edificar más que la mejor de las homilías, porque predicar os gusta a casi todos, ya que en la predicación ponéis de manifiesto vuestros valores, pero una genuflexión hecha con amor y reverencia, cala en el fiel (cristiano) que os vea y le hace reflexionar.

Tratadme como Me trataría Mi Madre en vuestro lugar, con delicadeza, respeto, prudencia y, sin prisas, celebrad el Santo Misterio Eucarístico para que llegue a lo más hondo de Mis fieles. Rezad las preces y oraciones sin prisas, con fervor y fe, hijos, sed un reflejo vivo Mío y tendréis la gloria ganada. Yo os amo a todos sin excepción porque a todos os di la vocación con inmenso amor. Sed sacerdotes de Dios, curas santos. Mi bendición y Mi paz por siempre. Jesús, Vuestro Hermano.