El amor es algo inefable y sublime. Todo el mundo necesita amor, hasta el pecador mas empedernido. Dar amor es dar tanto consuelo, que a ninguna otra cosa se le puede comparar. Las almas necesitan amor, amor en grandes cantidades. Amor verdadero, de entrega y abnegación. Pero solo Yo, Espíritu Divino, puedo provocar ese amor en una criatura para que lo de a las almas. Amor sin miramientos, que no le importe el traje que lleve, ni la reputación que tenga. Esa forma de dar amor, Yo la inspiro.
Quien socorre a un pobre desgraciado y lo ama así, ha socorrido a Cristo que se ha disfrazado de mendigo y ha salido al encuentro de algún alma, que lo ame de esta forma. Es obra de misericordia ayudar al indigente, darle de comer, de beber, calentarlo, cobijarlo. Ya no se practican estas obras de misericordia y quienes la practican, son censurados incluso, por su propia familia.
Pero esa forma de amar da mucha gloria a Dios, porque el que recibe el bien que le hacen, nunca podrá pagar a quien se lo hace. Y Dios que paga todo centuplicadamente, esas obras que socorren sin interés alguno, ni más obligación que hacer de buen samaritano, las pagará en el cielo, admirablemente.
Y al pobre que socorren que es despreciado y marginado de todos, le dan una lección cristiana que no le será baldía y le hará pensar, que existe el bien y personas buenas que lo practican, sin esperar nada a cambio.
El alma QUE ME POSEE PONE EN PRACTICA LAS OBRAS DE MISERICORDIA porque Yo le inspiro a ello. Es mi don de caridad que en algunas almas está más arraigado que en otras. Otras almas tienen más desarrollado el don de consejo o sabiduría y así, unas y otras, se mueven con los dones que Yo les inspiro.
Dios es Amor y ser testimonio, con obras, de este Amor Divino, es un acto muy grande que ayuda a quien lo realiza, a dar un gran paso adelante en el amor a Dios y al prójimo.
¡Practicad almas queridas! la caridad perfecta. Recordad el canto de San Pablo, si no tengo amor, nada soy… (Cor 13) Ved en vuestros semejantes a Cristo y haced con ellos lo que haríais por El, si os lo encontrarais realmente.
¡Dad gloria a Dios! con vuestras obras de caridad. Sed reflejos de El, Yo os muevo a hacer el bien, no sofoquéis mis inspiraciones.
¡Que Dios Santísima Trinidad, os bendiga! ¡Dios es Amor!
Quien socorre a un pobre desgraciado y lo ama así, ha socorrido a Cristo que se ha disfrazado de mendigo y ha salido al encuentro de algún alma, que lo ame de esta forma. Es obra de misericordia ayudar al indigente, darle de comer, de beber, calentarlo, cobijarlo. Ya no se practican estas obras de misericordia y quienes la practican, son censurados incluso, por su propia familia.
Pero esa forma de amar da mucha gloria a Dios, porque el que recibe el bien que le hacen, nunca podrá pagar a quien se lo hace. Y Dios que paga todo centuplicadamente, esas obras que socorren sin interés alguno, ni más obligación que hacer de buen samaritano, las pagará en el cielo, admirablemente.
Y al pobre que socorren que es despreciado y marginado de todos, le dan una lección cristiana que no le será baldía y le hará pensar, que existe el bien y personas buenas que lo practican, sin esperar nada a cambio.
El alma QUE ME POSEE PONE EN PRACTICA LAS OBRAS DE MISERICORDIA porque Yo le inspiro a ello. Es mi don de caridad que en algunas almas está más arraigado que en otras. Otras almas tienen más desarrollado el don de consejo o sabiduría y así, unas y otras, se mueven con los dones que Yo les inspiro.
Dios es Amor y ser testimonio, con obras, de este Amor Divino, es un acto muy grande que ayuda a quien lo realiza, a dar un gran paso adelante en el amor a Dios y al prójimo.
¡Practicad almas queridas! la caridad perfecta. Recordad el canto de San Pablo, si no tengo amor, nada soy… (Cor 13) Ved en vuestros semejantes a Cristo y haced con ellos lo que haríais por El, si os lo encontrarais realmente.
¡Dad gloria a Dios! con vuestras obras de caridad. Sed reflejos de El, Yo os muevo a hacer el bien, no sofoquéis mis inspiraciones.
¡Que Dios Santísima Trinidad, os bendiga! ¡Dios es Amor!