domingo, 21 de septiembre de 2008

Dictado del 19-9-08

Hija Mía, tus rezos son saetas de amor que Yo el Sagrado Corazón, recibo. Hoy es viernes, día de Mi Divino Corazón, pero hoy, hija Mía, soportaré blasfemias y ultrajes y profanaciones como un día más, porque las criaturas en la tierra se han vuelto animalizadas y apenas encuentro quien Me resarza, ni siquiera, en Mis consagrados y ministros. Cada día el mal toma terreno y los que Me honráis os cansáis, y cada vez más, muchos desertan y no perseveran porque se cansan en los grupos de oración y terminan por abandonarlos. Que no sea ese tu caso, hija Mía, porque quedáis cada vez menos que Me sois fieles.

Yo bendeciré con creces a todo aquel y aquella que persevere hasta el final en la fidelidad de sus compromisos espirituales. Me resulta muy doloroso cuando una oveja Mía se cansa de asistir a los grupos (de oración) y termina abandonándolo, eso Me produce un intenso dolor, pues convierte su vida en una vida vacía y estéril porque la apatía ha llamado a su puerta y se ha dejado vencer.

Por eso, hijos Míos, os pido una y otra vez que no dejéis la oración, los sacramentos, la Eucaristía, porque si vais dejando vuestros compromisos y actos de piedad, terminareis por dejarlo todo. Esforzaros más en servirme, si no podéis hacer el rato de oración que asiduamente hacéis, haced menos o cambiadlo por otra cosa que supla ese rato de oración, pero no os concedáis demorar lo que asiduamente Me ofrecéis, es más, intentad añadid algo más en vuestra vida de piedad, algo que os sea llevadero y os ayude a subir peldaños en vuestra vida espiritual. Yo, Jesús y Mi Corazón Divino, os hablo.

Hijos Míos, Mis fieles rebaños, no desertéis de Mi, Vuestro Redentor. Yo cuento con vosotros y os daré fuerzas para llegar al final, pero tenéis que poner de vuestra parte lo que corresponda, porque Yo, Jesús, respeto vuestra libertad y no os obligo a nada, solo os pido que continuéis hasta el final. Yo, Jesús, os hablo.

Os doy Mi paz y Mi amor y el de Mi Santa y Amada Madre. Venid hijos e hijas Míos, y cobijaros en Mi Divino Corazón, allí os salvaguardaré de tormentas espirituales y os protegeré de toda clase de males. Yo, Jesús, os hablo y os pido vuestra fidelidad. Mi paz os alcance.