viernes, 26 de septiembre de 2008

Siempre os espero para abrazaros como al hijo pródigo, y estrecharos ardientemente, en Mi Divino Corazón

Son pocos, en comparación con los habitantes de la tierra y en comparación con el número de católicos, los que Me honran y Me reconocen. La falta de fe es tal que ya apenas encuentro hogares donde haya un crucifijo o una imagen de Mi Santa Madre.

El materialismo, el consumismo, la dejadez y tantas otras cosas, han cambiado la existencia de Mis criaturas en una vida ofuscada y estéril que a muchos de ellos no les satisface. ¿Puede llenar el corazón humano tener un buen coche? ¿Puede llenar el corazón humano vestir a la ultima moda, o pasar unas vacaciones en un país exótico?

Hijos Míos, los animales son más felices que vosotros, porque viven según el plan divino. Y a vosotros que se os da inteligencia, capacidad de razonar, sentimientos, vivís solo para los sentidos olvidándoos del espíritu, y así, nunca llegareis a la felicidad que anheláis.

Tenéis a un Dios que se preocupa de vosotros, que os habla por medio de instrumentos, que os busca, os dice que es lo que debéis hacer, pero os resbala todo y no ponéis en practica nada de lo que os dice. ¡Que sufrimiento el de Mi Santa Madre veros tan errados! ¿Qué más podemos hacer? ¿Aunque hiciéramos prodigios os convertiríais? Los hice cuando estuve en la tierra y mirad como Me trataron.

Tenéis que vivir la vida del espíritu y convertiros interiormente, tenéis que reflexionar y veréis como con poco seréis felices, porque cuando el alma está llena y en paz, repercute en el cuerpo y en el ánimo. Por eso, nos os convertís porque lo que se os da: manifestaciones místicas, mensajes, testimonios y otros, lo recibís solo con los sentidos (del cuerpo), pero no lo recibís interiormente con el corazón abierto, y no os cala. Tan pronto pasa una manifestación (mística) ya se os olvida porque no reflexionáis y tenéis la inteligencia embotada por las cosas terrenales, que nunca jamás, os llenarán. Yo, Jesús, Vuestro Salvador, os hablo.

Un día más os apremio a la conversión, a la vida del espíritu, al cuidado de vuestra alma alimentándola con los sacramentos y una buena confesión, pero es como si hablara en vano. Algunos Me oyen y ponen en practica los mensajes, pero muchisimos otros los desechan y los ignoran. Yo, Jesús, os hablo.

Soy todo Amor y Misericordia y os espero, hijos Míos, siempre os espero para abrazaros como al hijo pródigo, y estrecharos ardientemente en Mi Divino Corazón. Mi Madre y la Vuestra, también os espera y desea también abrazaros con un abrazo eterno que nunca jamás se termine. Yo, Jesús, os hablo. Os doy Mi paz.