En las moradas del Cielo, muchos de vuestros familiares gozan ya de la presencia de Dios. Ellos interceden por vosotros ante la Santísima Trinidad y ante la Inmaculada Concepción, Madre de las almas, Madre de la Iglesia y Madre del Hijo de Dios. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Hijos de Dios, la alegría de saber que muchos de vuestros familiares ya gozan de Dios Uno y Trino os tiene que llevar a encomendaros a ellos y pedirles su ayuda para vuestra peregrinación en la tierra. Ellos están deseando que los invoquéis y les rogueis para interceder por vosotros, y conseguiros las gracias y necesidades que tengáis. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Aquellos parientes que fueron devotos del Sagrado Corazón o de María Santísima en la tierra, tienen un gran poder de intercesión, y la devoción o culto que practicaron en vida, los hace ser más poderosos en el Cielo, por cuanto que en la tierra vivieron entregados a esas causas y fueron dignos hijos de María Santísima.
Vuestros difuntos agradecen mucho el recuerdo que les tenéis cuando les lleváis flores a sus tumbas o le ponéis velas ante su retrato. También agradecen que los recordéis en vuestras conversaciones y los bendigáis, pues ellos os aman en el Cielo con un amor mucho más santo y verdadero que en la tierra, libre de todo egoísmo y condición. Y las madres que dejaron a sus hijos pequeños, piden por ellos y en cierta medida, los protegen desde el Cielo, porque ellos (difuntos) aunque estén en la otra vida, siguen unidos a vosotros por vuestra consanguinidad y por los afectos que os tuvieron en la tierra.
Pero ved, hijos de Dios, que hablo de almas que se salvaron, porque también hay en el infierno parientes y familiares que no alcanzaron la salvación eterna. Yo, Espíritu de Dios, os hablo. La paz de la Santísima Trinidad, esté con todos vosotros.