Hijos Míos, desde hace un tiempo os estoy enviando mensajes por medio de este instrumento y se que muchos de vosotros los leéis con interés, pero Yo, Jesús, os pido, que también los deis a leer a otras personas, para que se beneficien de esta gracia que el Cielo os da.
Tanto mérito tiene ante Mi el que recibe los mensajes como el que los da a conocer, porque es Mi Santo Espiritu quien inspira a unos y a otros. Y quien lea estos mensajes y le aprovechen, también debe darlo a leer a otros, porque, en su momento, Mi Santo Espíritu hará, que (también) les aprovechen y le sean fructuosos.
Hijos, estáis en una era en que el pecado reina por doquier, es el rey de la sociedad y ha desplazado Mis leyes y a Mi Mismo. Ya no Me queréis en vuestras vidas porque Soy Santo, Santo, Santo, y Mi santidad os resulta incómoda. Hijos, si el pecado reina en esta sociedad, el Cielo no puede quedarse de brazos cruzados ante tanta perversión y maldad, pues este es un medio del que Me valgo para instruiros y para que os alcance Mi gracia. No es el único medio, pero es uno de ellos.
Yo preferiría que fuerais a Mi Sagrario a dialogar Conmigo, pero no lo hacéis. Unas veces por falta de tiempo, otras por falta de ganas, otras por falta de fuerzas. Allí en Mi Sagrario Yo os hablaría al corazón y no se necesitarían mensajes del Cielo. Pero dado que no venís a dialogar Conmigo, o sois pocos los que lo hacéis, es por ello, que por medio de estos comunicados, Yo os digo, lo que os conviene y lo que Me agradaría.
Hijos, os amo con locura y os deseo a todos, desde al más miserable al mas abnegado, no tengo favoritismos, a todos os di Mi Preciosísima Sangre, por eso, os llamo a que vengáis a Mi Sagrario y Me contéis vuestras penas, vuestros proyectos, vuestras actividades, vuestros deseos, pues aunque Yo todo lo se, que vosotros Me lo contéis, Me agrada y Me honra. Lo mismo que un parvulillo le cuenta a sus padres lo que ha hecho en la clase y a ellos tanto le agrada oírlo, así Mi Corazón Divino, se llena de alegría cuando alguien viene y Me habla y no mira el reloj para ver el tiempo que ha estado.
Hijos, os espero. Haced un esfuerzo, el bien de esos ratos de Sagrario es para vosotros, para vuestras almas que están secas por falta de oración. Mi paz y amor incondicionalmente a todos vosotros. Yo, Jesús, os hablo.
Tanto mérito tiene ante Mi el que recibe los mensajes como el que los da a conocer, porque es Mi Santo Espiritu quien inspira a unos y a otros. Y quien lea estos mensajes y le aprovechen, también debe darlo a leer a otros, porque, en su momento, Mi Santo Espíritu hará, que (también) les aprovechen y le sean fructuosos.
Hijos, estáis en una era en que el pecado reina por doquier, es el rey de la sociedad y ha desplazado Mis leyes y a Mi Mismo. Ya no Me queréis en vuestras vidas porque Soy Santo, Santo, Santo, y Mi santidad os resulta incómoda. Hijos, si el pecado reina en esta sociedad, el Cielo no puede quedarse de brazos cruzados ante tanta perversión y maldad, pues este es un medio del que Me valgo para instruiros y para que os alcance Mi gracia. No es el único medio, pero es uno de ellos.
Yo preferiría que fuerais a Mi Sagrario a dialogar Conmigo, pero no lo hacéis. Unas veces por falta de tiempo, otras por falta de ganas, otras por falta de fuerzas. Allí en Mi Sagrario Yo os hablaría al corazón y no se necesitarían mensajes del Cielo. Pero dado que no venís a dialogar Conmigo, o sois pocos los que lo hacéis, es por ello, que por medio de estos comunicados, Yo os digo, lo que os conviene y lo que Me agradaría.
Hijos, os amo con locura y os deseo a todos, desde al más miserable al mas abnegado, no tengo favoritismos, a todos os di Mi Preciosísima Sangre, por eso, os llamo a que vengáis a Mi Sagrario y Me contéis vuestras penas, vuestros proyectos, vuestras actividades, vuestros deseos, pues aunque Yo todo lo se, que vosotros Me lo contéis, Me agrada y Me honra. Lo mismo que un parvulillo le cuenta a sus padres lo que ha hecho en la clase y a ellos tanto le agrada oírlo, así Mi Corazón Divino, se llena de alegría cuando alguien viene y Me habla y no mira el reloj para ver el tiempo que ha estado.
Hijos, os espero. Haced un esfuerzo, el bien de esos ratos de Sagrario es para vosotros, para vuestras almas que están secas por falta de oración. Mi paz y amor incondicionalmente a todos vosotros. Yo, Jesús, os hablo.