Sí, hija Mía, sí, pídeme por todos los sacerdotes porque esa oración Me agrada sobremanera y siempre, siempre, la escucho para hacerla efectiva. Ellos Me representan y ya ves como algunos lo hacen, a Satanás representarían con más perfección que a Mí, el Hijo de Dios.
Todo esto lo ve Mi Padre y su ira se enciende porque ve las negligencias, la tibieza, la perversión de muchos de ellos que en vez de edificar a Mis almas, las corrompen.
Si tu hija Mía, supieras lo que Yo sé, a pesar de tu miseria, no podrías soportar tanto mal, porque ni siquiera, estás preparada para tanto mal, ni tu, ni muchísimas almas Mías que al igual que tu, rezan por los sacerdotes.
Ofreced, hijos Míos, también sacrificios por ellos. Privaros de placeres lícitos porque sé, hijos Míos, que de los ilícitos ya os priváis. Un vaso de agua que no bebáis en momentos de sed, un periódico que no leáis en favor de los sacerdotes, un refresco que os apetezca, son cosas pequeñas que Me agradan pero que unidas a Mis méritos infinitos, Yo las aplico para los sacerdotes. Sí, hijos, haced penitencias por los pecadores, pero sobre todo, por los sacerdotes pecadores, que son legiones, ya que ellos mismos no se aplican lo que predican, no confiesan, no viven Mi Evangelio y tantas otras cosas.
Pero no creáis que todos son así, tengo también legiones de sacerdotes que Me aman y sufren por Mi causa. Los hay de todas las edades, jóvenes, de mediana edad y ancianos. Ellos Me consuelan como nadie, porque veo sus sufrimientos y sus lágrimas, que a solas, derraman por Mi causa y por la Santa Madre Iglesia.
Rezad también por ellos para que la corrupción no los alcance y se mantengan fieles a Mí hasta el final de sus días. Sí, hijos, rezad siempre y mucho por los sacerdotes que Yo bendigo con creces lo que hagáis y recéis por ellos. Yo, Jesús de Nazaret, el Unigénito, Vuestro Hermano, os hablo. Mi paz a quien lea, crea y propague estos Mis escritos.
Todo esto lo ve Mi Padre y su ira se enciende porque ve las negligencias, la tibieza, la perversión de muchos de ellos que en vez de edificar a Mis almas, las corrompen.
Si tu hija Mía, supieras lo que Yo sé, a pesar de tu miseria, no podrías soportar tanto mal, porque ni siquiera, estás preparada para tanto mal, ni tu, ni muchísimas almas Mías que al igual que tu, rezan por los sacerdotes.
Ofreced, hijos Míos, también sacrificios por ellos. Privaros de placeres lícitos porque sé, hijos Míos, que de los ilícitos ya os priváis. Un vaso de agua que no bebáis en momentos de sed, un periódico que no leáis en favor de los sacerdotes, un refresco que os apetezca, son cosas pequeñas que Me agradan pero que unidas a Mis méritos infinitos, Yo las aplico para los sacerdotes. Sí, hijos, haced penitencias por los pecadores, pero sobre todo, por los sacerdotes pecadores, que son legiones, ya que ellos mismos no se aplican lo que predican, no confiesan, no viven Mi Evangelio y tantas otras cosas.
Pero no creáis que todos son así, tengo también legiones de sacerdotes que Me aman y sufren por Mi causa. Los hay de todas las edades, jóvenes, de mediana edad y ancianos. Ellos Me consuelan como nadie, porque veo sus sufrimientos y sus lágrimas, que a solas, derraman por Mi causa y por la Santa Madre Iglesia.
Rezad también por ellos para que la corrupción no los alcance y se mantengan fieles a Mí hasta el final de sus días. Sí, hijos, rezad siempre y mucho por los sacerdotes que Yo bendigo con creces lo que hagáis y recéis por ellos. Yo, Jesús de Nazaret, el Unigénito, Vuestro Hermano, os hablo. Mi paz a quien lea, crea y propague estos Mis escritos.