jueves, 7 de mayo de 2009

El hombre busca en placeres terrenales una felicidad que nunca alcanzará, porque al crearlo Dios, no lo hizo para la tierra sino para el Cielo


Los hijos de los hombres son los reyes de la Creación, Yo, Espíritu Divino, os hablo. Cuando Dios creó al hombre lo hizo a Su imagen y semejanza y le dotó de memoria, de inteligencia y de un alma inmortal. Ellos son seres que creados por Dios a Su imagen y semejanza estaban destinados a servir a Dios en estado de gracia, y después de pasar esta vida, transitarían a la otra y gozarían de Dios según sus méritos en esta vida.


Pero el pecado que es el peor mal que existe todo lo malogró, y sometió al hombre a la humillación de tener que trabajar para comer y de estar en lucha siempre consigo mismo contra la concupiscencia que le ataca.

Cada persona que vive en pecado vive en una situación dolorosa, porque el pecado, no solo no da la felicidad sino que le va minando en el alma cada vez más la vocación para la que estaba hecho el hombre. Y el hombre busca en placeres terrenales una felicidad que nunca alcanzará, porque al crearlo Dios, no lo hizo para la tierra sino para el Cielo, y es así que cada vez que el hombre se apega más a la tierra y a sus cosas, deja de cumplir la misión para la que fue creado y su alta vocación de hijo de Dios.

Hijos de Dios, esforzaos por vivir en las leyes divinas, y los que ya las vivís, hacedlo con más perfección. Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto, porque cuanto más perfecto seáis, más estaréis cumpliendo los planes de Dios al crearos.

El pecado fue introducido en el mundo por el Engañador de la almas, y por un solo pecado, todo el plan de la creación se derrumbó, y si bien Cristo lo restauró todo con Su Encarnación y Redención, no por eso las consecuencias del pecado se eliminaron, y de ahí, la batalla que cada día tenéis que librar contra el mal que os acecha, y contra el Tentador que vuelve a insistir para que perdáis los dones de Dios a cambio del pecado. Estos dones son la de ser hijos de Dios y la herencia del Cielo que toda criatura que cumpla los mandamientos y viva según las leyes de Dios y la ley natural, puede alcanzar la Vida Eterna para la que fue creado el hombre. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.