domingo, 20 de enero de 2008

Dictado del 19-1-08

Un día en los anales de la historia se registró este hecho. Yo iba caminando bajo el sol con Mis apóstoles e íbamos refiriendo quien de ellos seria el que ganaría el puesto más grande en Mi Reino. Esta forma de pensar en la que el ser humano busca glorias personales, hoy en día, se ha acentuado hasta limites atroces, pues por subir peldaños, las personas se prestan a vender sus cuerpos, se prestan a fraudes, se prestan a dolos, se prestan a calumnias, falsos testimonios, robos y hasta crímenes, tal es la importancia que hoy se le da a la reputación.

Todo esto, hijos Míos, lo mete Satanás en vuestras mentes y como vuestras vidas no son espirituales, caéis en la trampa vertiginosamente. Todo tan opuesto a Mi doctrina que os mandé aprender de Mi que Soy manso y humilde de Corazón. Todo tan diferente a mi forma de vida que nací en una cueva entre animales. Yo, el Hijo del Hombre, que no tenia donde reclinar la Cabeza tengo ahora que soportar que perdáis el alma porque queréis ganar en esta vida fama y reputación, puestos de honor.

Por conseguir vuestros objetivos, por conseguir glorias humanas, sois capaces de vender a vuestras propias madres, pues ¿no vendéis así a vuestro Dios? Renegáis hasta de vuestra fe y de vuestros principios con tal de ser reconocidos y considerados. ¡No, No, No! ¡Resistid ya a tanto mal y error, no hijos, no. El demonio solo quiere perderos y os deslumbra con mentiras como quiso deslumbrarme a Mi cuando Me ofrecía los reinos terrenales si lo adoraba (Mc 1, 12-13)

Por una parte Mi justicia quiere imponerse para frenar en vosotros tanto mal y corrupción, por otra, Mi misericordia se apiada de vuestras cegueras, de vuestros pasos tan desacertados, tan rectos por el camino de la perdición. Hijos, Yo, Jesús, os hablo. Reflexionad este escrito, meditadlo, aplicadlo a vosotros, porque mas de uno que lo lea sabrá que algo tiene que ver con el. Yo, Jesús, os hablo