sábado, 29 de diciembre de 2007

Dictado del 28-12-07

Un día cualquiera es un día que tendrá premio o castigo, que dará fruto o no lo dará. Cada día de vuestra vida está en los anales eternos y Dios espera de ese día, su fruto correspondiente. Es como si metierais en un banco dinero, aunque se meta poco, se espera siempre el interés correspondiente.

Un día malgastado es un día que se pierde para siempre, y perjudica a la Santa Madre Iglesia, porque los católicos, deben emplear su tiempo y sus obras, para el bien de su familia la Santa Madre Iglesia. Es lo mismo que si un miembro de una familia no quiere hacer sus deberes correspondientes con respecto a esa familia, es (entonces) un parásito, así los hijos de Mi Iglesia no deben ser parásitos ni un solo día, porque ese día no solo es de el, sino del Cuerpo Místico.

Cuando un alma tiene pereza para ir a misa, rezar, u orar, está librando de un bien al Cuerpo Místico de la Iglesia, porque lo bueno que haga repercute en todos los demás miembros. Leed a Mi Apóstol Pablo (1 Cor 12,26)

Hijos, lo mismo que el fraude en los impuestos repercute en la sociedad porque ese dinero que no queréis pagar, es dinero publico, así sucede en Mi Santa Madre Iglesia. El bien que Mi Santo Espíritu os inspira y no hacéis, es un bien que negáis a Mi Cuerpo Místico.

Cada día es importante, a veces, os costará superarlo sin pecar, no solo mortalmente, sino venialmente, porque el pecado venial tenéis que evitarlo a toda costa. Pero otras veces, el día los superaréis con creces y será un día que quedará escrito para siempre, en los anales de la historia del alma. Y será un bien que hacéis a Mi Iglesia Católica. Yo, Jesús os hablo. Por eso, el cumplimiento a la perfección del deber es ya un medio de santidad inmenso, porque ese día si cumplís bien vuestras obligaciones, será un día fructuoso, para el bien de las almas.

De ahí, que las monjas contemplativas son tan fructuosas, porque cumplen sus reglas fervorosamente y amorosamente, y hacen que sus días no sean estériles como lo cree el mundo, que solo valora, las cosas por el ruido que hacen. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.

Así pues, hijos amados Míos y de Mi Santa Madre, cumplid vuestras obligaciones con perfección y entrega, y haciendo esto con amor, ya es un bien muy grande que hacéis diariamente en beneficio de Mi Cuerpo Místico. Yo, Jesús, os hablo. Mi paz y Mi amor por siempre jamás, hijos de Mi Divino Corazón.