El día más grande del Amor Divino fue el día de la institución de la Eucaristía. Allí el Señor se volcó en daros amor, mucho mas que en su muerte en la Cruz. La Eucaristía es un anonadamiento de Dios que se hace pan, alimento para las almas.
Ese día su Corazón Divino desbordaba amor. Su celo por el bien de las almas le llevó a anonadarse en el Santo Misterio Eucarístico. El sabia que iba a ser profanado y recibido sacrílegamente. Sabia de los abusos que iba a haber, pero también sabia que muchas almas serian adoradoras perennes del Santo Sacramento y se salvarían, gracias a la Eucaristía. Nada perdonó el Redentor por las almas y todo lo hizo por ellas con infinito y Divino Amor.
Yo Soy el Espiritu Divino que hablo por medio de este instrumen-to para instruir a las almas. Yo doy vida y amor a las almas. Levanto del cieno a las que caen, y elevo a grandes vuelos a las que ya están en las sendas de Dios.
Yo amo infinitamente al alma que acude a Nosotros (Santísima Trinidad) y ninguna de las Tres Divinas Personas, negamos nada de lo que un alma nos pide, si no va contra la gloria de Dios o su mismo bien espiritual.
La Eucaristía es vida, vida para quien la vive interiormente. Es lo más grande que se le puede dar al alma. La Eucaristía debe prepararse antes de iniciarla, tanto el que la celebra como el que la va a oír. Es un Acto Sagrado Infinito y no debe de oírse, ni celebrarse a la ligera. Es un don muy grande de Dios a las almas y está la Presencia Real de Jesús, en la Sagrada Hostia.
El amor del Redentor le impulsó a instituir este sacramento que es rey de todos los demás. Si grande es el Bautismo, la Eucaristía rebasa a toda grandeza, porque se os da a Dios que es Autor de todas las gracias y Fuente de la gracia divina.
Quien recibe al Señor en la Eucaristía reconociendo y siendo consciente de a Quien recibe, lleva mucho de ventaja con las almas que no son eucarísticas, porque la Eucaristía fortalece para la vida cotidiana, para las pruebas, aumenta la fe y es una unión tan grande entre Dios y el alma, que no existe otra en la tierra mas perfecta.
Ese día su Corazón Divino desbordaba amor. Su celo por el bien de las almas le llevó a anonadarse en el Santo Misterio Eucarístico. El sabia que iba a ser profanado y recibido sacrílegamente. Sabia de los abusos que iba a haber, pero también sabia que muchas almas serian adoradoras perennes del Santo Sacramento y se salvarían, gracias a la Eucaristía. Nada perdonó el Redentor por las almas y todo lo hizo por ellas con infinito y Divino Amor.
Yo Soy el Espiritu Divino que hablo por medio de este instrumen-to para instruir a las almas. Yo doy vida y amor a las almas. Levanto del cieno a las que caen, y elevo a grandes vuelos a las que ya están en las sendas de Dios.
Yo amo infinitamente al alma que acude a Nosotros (Santísima Trinidad) y ninguna de las Tres Divinas Personas, negamos nada de lo que un alma nos pide, si no va contra la gloria de Dios o su mismo bien espiritual.
La Eucaristía es vida, vida para quien la vive interiormente. Es lo más grande que se le puede dar al alma. La Eucaristía debe prepararse antes de iniciarla, tanto el que la celebra como el que la va a oír. Es un Acto Sagrado Infinito y no debe de oírse, ni celebrarse a la ligera. Es un don muy grande de Dios a las almas y está la Presencia Real de Jesús, en la Sagrada Hostia.
El amor del Redentor le impulsó a instituir este sacramento que es rey de todos los demás. Si grande es el Bautismo, la Eucaristía rebasa a toda grandeza, porque se os da a Dios que es Autor de todas las gracias y Fuente de la gracia divina.
Quien recibe al Señor en la Eucaristía reconociendo y siendo consciente de a Quien recibe, lleva mucho de ventaja con las almas que no son eucarísticas, porque la Eucaristía fortalece para la vida cotidiana, para las pruebas, aumenta la fe y es una unión tan grande entre Dios y el alma, que no existe otra en la tierra mas perfecta.