Hijos Míos, estos escritos u otros muchos que proliferan por el mundo que no solo no atacan a la fe católica, sino que ayudan a vivirla mejor, son comunicaciones celestiales. No os fijéis en el instrumento al leer los comunicados, fijaos en su contenido.
Los apóstoles de Mi Hijo no eran grandes hombres, solo hombres sencillos, rudos, trabajadores del mar, y sin embargo, escribieron el libro más grande que existe que es el Evangelio de Mi Hijo, y ese libro, perdurará para todos los tiempos.
Yo Soy María Santísima quien os habla, Vuestra Madre y Señora, y deseo que vuestras mentes se abran al amor de Dios, deseo que vuestras vidas sean santas y DEIS (1) gloria a Dios Altísimo con ellas, para que ganéis el Cielo y disfrutemos mutuamente de nuestra compañía en el.
No es eso lo que quiere el demonio, él desea perderos eternamente, pues como él perdió la gloria, quiere que el mayor número posible de almas, la pierdan. Quiere que ese bien inmenso y eterno que es el Cielo no lo disfruten las almas. Pues no hijos Míos, haced caso de lo que os dice Vuestra Madre Celestial que desea que os salvéis todos, y desea para vosotros el bien inmenso que Ella ya tiene, que es gozar de Dios Omnipotente y de Mi Divino Hijo Jesús. Yo, María Vuestra Madre os hablo, y os apremio, a vivir en santidad cada instante, os vean o no os vean. Porque la mirada de Dios Altísimo siempre está parada en vosotros y os ve hasta en lo más oculto de vuestros corazones y pensamientos.
Pedidme ayuda y acudid a Mí que deseo que Me pidáis cosas que no quiten gloria a Dios para concedéroslas, porque cuando me pedís cosas que no son buenas para vosotros o pueden quitar gloria a Dios, no os las puedo conceder. Así pues hijos Míos, acudid a Mí, Vuestra Mamá Celestial y pedid con confianza y amor, Yo no os voy a pedir pesadas cosas, solo que seáis santos en cada momento y os ayudaré a serlo. Ser santos en cada momento no es costoso, porque cuando veáis que vivir la santidad cada instante os trae paz y dicha, vosotros mismos no deseareis vivir fuera de ella. Así pues hijos Míos, cada vez que hagáis algo, hacedlo con recta intención y no buscando vuestra comodidad o vuestra conveniencia, sino la gloria de Dios Altísimo. Yo, María Santísima, Vuestra Madre Celestial, os hablo y os asesoro. La paz de la Santísima Trinidad esté con todos vosotros.
Los apóstoles de Mi Hijo no eran grandes hombres, solo hombres sencillos, rudos, trabajadores del mar, y sin embargo, escribieron el libro más grande que existe que es el Evangelio de Mi Hijo, y ese libro, perdurará para todos los tiempos.
Yo Soy María Santísima quien os habla, Vuestra Madre y Señora, y deseo que vuestras mentes se abran al amor de Dios, deseo que vuestras vidas sean santas y DEIS (1) gloria a Dios Altísimo con ellas, para que ganéis el Cielo y disfrutemos mutuamente de nuestra compañía en el.
No es eso lo que quiere el demonio, él desea perderos eternamente, pues como él perdió la gloria, quiere que el mayor número posible de almas, la pierdan. Quiere que ese bien inmenso y eterno que es el Cielo no lo disfruten las almas. Pues no hijos Míos, haced caso de lo que os dice Vuestra Madre Celestial que desea que os salvéis todos, y desea para vosotros el bien inmenso que Ella ya tiene, que es gozar de Dios Omnipotente y de Mi Divino Hijo Jesús. Yo, María Vuestra Madre os hablo, y os apremio, a vivir en santidad cada instante, os vean o no os vean. Porque la mirada de Dios Altísimo siempre está parada en vosotros y os ve hasta en lo más oculto de vuestros corazones y pensamientos.
Pedidme ayuda y acudid a Mí que deseo que Me pidáis cosas que no quiten gloria a Dios para concedéroslas, porque cuando me pedís cosas que no son buenas para vosotros o pueden quitar gloria a Dios, no os las puedo conceder. Así pues hijos Míos, acudid a Mí, Vuestra Mamá Celestial y pedid con confianza y amor, Yo no os voy a pedir pesadas cosas, solo que seáis santos en cada momento y os ayudaré a serlo. Ser santos en cada momento no es costoso, porque cuando veáis que vivir la santidad cada instante os trae paz y dicha, vosotros mismos no deseareis vivir fuera de ella. Así pues hijos Míos, cada vez que hagáis algo, hacedlo con recta intención y no buscando vuestra comodidad o vuestra conveniencia, sino la gloria de Dios Altísimo. Yo, María Santísima, Vuestra Madre Celestial, os hablo y os asesoro. La paz de la Santísima Trinidad esté con todos vosotros.
(1) Las letras se ponen solas en mayúsculas.