El día que Yo, Espíritu Divino, more en las almas, será un día único. Yo Soy Espiritu de Amor y de Verdad y deseo morar en todas las almas de la humanidad entera. Porque solo si Yo moro habrá paz en las familias, en los corazones, en las empresas, en las escuelas, en todos los sitios, ya que quien Me posee, no puede nunca obrar fuera de Mis atributos que son varios y sobre todo Verdad y Amor. Hijos de Dios Altísimo, el Cielo os da enseñanzas constantemente para que pospongáis vuestra conducta de pecado y de error, y parece que lo que se os dice no va con vosotros. Parece que lo que se manifiesta por medio de tantos y tantos instrumentos no va con vosotros, y os creéis exentos de recibir enseñanzas.
Es la hora de la misericordia, la hora de la conversión, de cambiar de conducta, pero llega también la hora del juicio y no se podrá evitar, porque en el juicio particular de cada uno, no hay recomendaciones, no hay enchufes, no hay avales, cada cual dará cuenta de su propia vida y de sus propios actos. Habrá almas que tengan padres o madres en la gloria, pero de nada les servirá a la hora del juicio, porque las gracias que desperdiciaron y el bien que dejaron de hacer, será tenido en cuenta y será juzgado por Dios Eterno, en sus Tres Divinas Personas.
El amor de Jesucristo Hijo de Dios Padre, es un amor que nadie os tiene como El. Nadie os ama como os ama Jesús, y sin embargo, ni siquiera el verlo Encarnado como uno de vosotros os conmueve, porque pensáis que existió hace cientos de años y ya no existe, (que) ya se fue y no vive entre vosotros, y no es así, Jesús vive entre vosotros, está presente real y verdaderamente en el Sagrario, pero vosotros, como no tenéis fe ni hacéis nada para tenerla, esto no os entra en la cabeza.
Hijos ¡que generación tan perversa y pervertida! ¡que generación tan dura de corazón! Estáis labrando vuestra propia perdición y no os inmutáis, Yo, Espiritu de Dios, os hablo. ¿Qué lenguaje debería de emplear para haceros comprender lo que se os dice, para moveros a la conversión y al arrepentimiento? Hijos de Dios Altísimo, poneos a bien con vuestros familiares a los que tenéis encono o rencilla. Poneos a bien con vuestros compañeros de trabajo o amigos que ignoráis y no queréis saber de ellos. No guardéis rencor en vuestro corazón, porque ese mismo encono, es veneno para vosotros que os puede matar la vida del alma para siempre. Perdonad, perdonad, perdonad de corazon a quienes os hicieron mal, hijos, sed humildes y volved vuestro corazón a Dios Altísimo en la figura de Cristo Jesús. Yo, Espiritu de Dios, os hablo, y os prometo Mi gracia para vuestros buenos propósitos. La paz de Dios Altísimo para siempre con vosotros.
Es la hora de la misericordia, la hora de la conversión, de cambiar de conducta, pero llega también la hora del juicio y no se podrá evitar, porque en el juicio particular de cada uno, no hay recomendaciones, no hay enchufes, no hay avales, cada cual dará cuenta de su propia vida y de sus propios actos. Habrá almas que tengan padres o madres en la gloria, pero de nada les servirá a la hora del juicio, porque las gracias que desperdiciaron y el bien que dejaron de hacer, será tenido en cuenta y será juzgado por Dios Eterno, en sus Tres Divinas Personas.
El amor de Jesucristo Hijo de Dios Padre, es un amor que nadie os tiene como El. Nadie os ama como os ama Jesús, y sin embargo, ni siquiera el verlo Encarnado como uno de vosotros os conmueve, porque pensáis que existió hace cientos de años y ya no existe, (que) ya se fue y no vive entre vosotros, y no es así, Jesús vive entre vosotros, está presente real y verdaderamente en el Sagrario, pero vosotros, como no tenéis fe ni hacéis nada para tenerla, esto no os entra en la cabeza.
Hijos ¡que generación tan perversa y pervertida! ¡que generación tan dura de corazón! Estáis labrando vuestra propia perdición y no os inmutáis, Yo, Espiritu de Dios, os hablo. ¿Qué lenguaje debería de emplear para haceros comprender lo que se os dice, para moveros a la conversión y al arrepentimiento? Hijos de Dios Altísimo, poneos a bien con vuestros familiares a los que tenéis encono o rencilla. Poneos a bien con vuestros compañeros de trabajo o amigos que ignoráis y no queréis saber de ellos. No guardéis rencor en vuestro corazón, porque ese mismo encono, es veneno para vosotros que os puede matar la vida del alma para siempre. Perdonad, perdonad, perdonad de corazon a quienes os hicieron mal, hijos, sed humildes y volved vuestro corazón a Dios Altísimo en la figura de Cristo Jesús. Yo, Espiritu de Dios, os hablo, y os prometo Mi gracia para vuestros buenos propósitos. La paz de Dios Altísimo para siempre con vosotros.