El ideal de cada persona es poseer un hogar confortable, lujoso, cómodo y amplio. Son muchos los que desean en su vida poseer esto, incluso se conformarían con menos. Han nacido para tener como meta un hogar confortable y, cuando lo consiguen, piensan en mejorarlo, en ponerlo mas cómodo, mas confortable.
Es lamentable que sus vidas que están destinadas a la eternidad, la dediquen solo a eso, a tener un hogar, cuando las moradas del Cielo son moradas cargadas de bienes y dichas inimaginables. ¡Cambian lo celestial por lo terrenal! Pasan sudores y penurias para pagar sus hipotecas y, no escatiman esfuerzo alguno por ese piso o casa que hacen las delicias de su vida. Pero no piensan mas allá, se quedan atrapados en ideales terrenales, efímeros, perecederos y, no traspasan las fronteras de lo material para llegar a las fronteras de lo sobrenatural y espiritual.
Yo Soy el Espíritu Divino de Dios, del Padre y del Hijo. Maestro de las almas, a quienes no niego mis dones, si me los piden y ponen de su parte, lo que deben de poner. Yo instruyo a los espíritus de las criaturas para que vayan por caminos rectos de salvación, para que el Tentador no los engañe, ofreciéndoles vanidades o cosas terrenales que Yo Mismo, las daría, si buscaran la gloria de Dios.
Quien vive en la justicia de Dios, tendrá el hogar que necesita, tendrá trabajo, tendrá todo lo necesario para vivir con dignidad y aun cuando le llegue los días de prueba, tendrá las fuerzas necesarias para superarla. Pero cuando la mezquindad de la criatura cambia las cosas celestiales por las terrenales, Yo, Espíritu Santo, lamento que Mi labor en las criaturas, haya sido obstaculizada por deseos terrenales y efímeros. Es digno que se desee tener una vivienda y se ponga los medios a su alcance, pero no es digno que todas las fuerzas, tiempo y valores, se empleen solo en este deseo.
Dad a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar. ¡Dad culto a Dios! ¡Adoradlo! ¡Glorificadlo! No le neguéis lo que es Suyo, lo que por ser Dios le corresponde y El, que es Bondad Infinita, a vosotros criaturas limitadas y débiles, os dará todo lo que necesitéis para vivir con dignidad, vosotros y vuestra familia.
¡Predicad sacerdotes el Evangelio de Cristo! Todo lo que digo por medio de este instrumento, está en el Evangelio. Predicadlo tal y como El lo enseñó. Mis almas se pierden porque no sabéis guiarlas, no las orientáis adecuadamente. Llevadlas a la oración, a los sacramentos, a la Eucaristía, no perdonéis los pecados (en la confesión) de cualquier forma. Tomaros interés en la salud de sus almas, algunas bien enflaquecidas por falta de instrucción y orientación. Dad de comer a mis criaturas, dadle el alimento divino (1) que trajo Cristo. No ocultéis sus palabras, sus enseñanzas. Sus verdades no las transforméis ni las hagáis tan flojas que no digan nada.
¡Ay sacerdotes Míos! ¡Cuánto vais a tener que pagar por vuestra negligencia y mediocridad! Pedid que recen por vosotros, pedid oraciones a los fieles, porque vais a tener que dar estrecha cuenta a Dios.
(1) El Evangelio