Solamente a Dios se le debe adoración y a nadie más, ni siquiera, a la Virgen, pues aunque la Santísima Virgen tiene un culto especial de hiperdulía, no se le debe adoración, aunque sí una veneración especial. Yo, Miguel Arcángel, os hablo.
Soy el Arcángel San Miguel y me dirijo a vosotros, hijos de Dios Altísimo, para instruiros en cosas y puntos de vuestra fe que tenéis olvidados. Hoy el Cielo es quien os catequiza y os prepara para que vuestra vida espiritual sea según Dios Altísimo quiere. Tenéis que amar a Dios por encima de todas la cosas, más que a vuestros hijos, madre, padre, esposo, esposa u otras personas que le tengáis amor.
Dios debe ser el primero en vuestra vida y, cuando a El le deis la adoración que le corresponde, vuestras vidas se verán bendecidas por toda clase de gracias, incluidos vuestro seres queridos. Porque el amor a Dios trae como consecuencia, toda clase de bendiciones, que son los frutos de ese amor a Dios. El debe ser el primero en todo y nunca anteponer intereses propios a los intereses de Dios. Recordad, a Dios lo que es de Dios.
Al levantaros, que vuestro primer pensamiento sea al Sumo Hacedor, dadle gracias por un día más y, pedidle, que ese día os libre de toda clase de males y os ayude a vencer las tentaciones que el enemigo de las almas, os traerá. Yo, Miguel Arcángel, os hablo.
Quien ama a Dios por encima de todas las cosas, está cumpliendo el primer mandamiento de la Ley de Dios, y una vez que este mandamiento se cumple a la perfección, los demás se cumplen fácilmente, como resultado, de cumplir el primero a la perfección. Yo, Miguel Arcángel, os hablo.
La paz de Dios Altísimo esté con vosotros y el amor a Dios sea vuestro empeño diario. Pedid al Cielo estas gracias, pedid que os inflame más en el amor a Dios. Yo, Miguel Arcángel, os hablo y os instruyo.