Los deseos buenos son aceptos a Dios. A veces un deseo bueno da más gloria a Dios que la misma obra (1) Yo Espíritu Divino los provoco porque el deseo bueno, predispone al alma a la acción y lo mismo que un mal pensamiento es la antesala del pecado de acción, un deseo santo, es también una predisposición a obrar el bien.
Soy el Espíritu Santo que ayudo al alma a santificarse. Soy muy poco invocado y debería serlo en la boca de todo cristiano. Yo Soy la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, que junto con el Padre y el Hijo, deseo la salvación del alma y colaboro a ello, con mis dones y frutos.
Hay deseos buenos de gran alcance. Hay quien desea ser mártir o víctima. Son deseos que enriquecen al alma y aunque no lleguen a cumplirse nunca, por el hecho de haber deseado algo tan grande, el alma es también premiada en estos santos y grandes deseos. Hay deseos que solo se quedan en eso, en deseos, pues cuando se les presenta la ocasión de hacerlos realidad, el alma perezosa o mediocre no los emprende, y se malogra así un acto u obra santa que se deseó antes de tener la ocasión de realizarla.
Hay deseos (buenos) que duran años, a veces, toda una vida y por ese gran deseo de querer ser mártir por amor a Dios o víctima, el alma es remunerada y obtiene méritos aunque nunca haya llegado a realizar la acción.
A veces un alma entra a la eternidad solo con los méritos que le dieron sus grandes deseos, aunque su vida haya sido cotidiana y simple, sin nada extraordinario (2) Pero cuando el deseo nace del corazón y se produce con una recta intención, el deseo santo, aunque no consumado, da mucha gloria a Dios, y a El eso solo le vale, pues si el alma es débil Dios no la lleva a la acción por miedo a que su flaqueza no sea capaz de soportar en la acción, lo que con tanto ardor deseó en su corazón.
Hay a la vista de Dios tantos y bellos deseos, multitud de ellos, tan santos, tan verdaderos, que forman en el Cielo como un jardín de flores bellas, que hacen las delicias de la Santísima Trinidad y de María Santísima, porque al igual que los malos pensamientos son pecados, los buenos y santos pensamientos son meritorios (3)
Yo Espíritu de Sabiduría instruyo con estos escritos al alma cristiana para prepararla mejor a la santidad y para que en su vida no se desperdicie nada para la gloria de Dios. Que cada minuto y segundo sea en la vida de un cristiano una gloria perenne a Dios, y lo que con obras no pueda alcanzar, lo alcance con santos y buenos deseos.
(1) Hay deseos tan fuertes que son autenticos martirios, como el de Santa Teresita que deseó toda su vida ser misionera y no lo fue activamente, aunque todo lo hacia con espiritu misionero. De ahi ser la Patrona de la Misiones.
(2)El amor o sufrimientos intensos, la conformidad y demás virtudes que se practican al no alcanzar lo que se desea, son ya actos meritorios.
(3) Desear que todas las almas se salven o que Jesús sea amado ardientemente, o que el Evangelio sea conocido por todo el mundo, son santos deseos también, entre otros.