sábado, 25 de agosto de 2007

Dones y Frutos del Espiritu Santo

DONES (7)
Sabiduría.
Entendimiento.
Consejo.
Fortaleza.
Ciencia.
Piedad.
Temor de Dios.

FRUTOS (12)
Caridad.
Gozo.
Paz.
Paciencia.
Longanimidad.
Bondad.
Benignidad.
Mansedumbre.
Fidelidad.
Modestia.
Continencia.
Castidad.

Tendencias de la carne

Cuando el Espíritu Santo da sus frutos en el alma, vence las tendencias de la carne.

OBRAS DE LA CARNE

Fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, superstición, enemistades, peleas, rivalidades, violencias, ambiciones, discordias, sectarismo, disensiones, envidias, ebriedades, orgías y todos los excesos de esta naturaleza. (Gálatas 5, 19)

Dictado del 25-8-07

Los deseos buenos son aceptos a Dios. A veces un deseo bueno da más gloria a Dios que la misma obra (1) Yo Espíritu Divino los provoco porque el deseo bueno, predispone al alma a la acción y lo mismo que un mal pensamiento es la antesala del pecado de acción, un deseo santo, es también una predisposición a obrar el bien.

Soy el Espíritu Santo que ayudo al alma a santificarse. Soy muy poco invocado y debería serlo en la boca de todo cristiano. Yo Soy la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, que junto con el Padre y el Hijo, deseo la salvación del alma y colaboro a ello, con mis dones y frutos.

Hay deseos buenos de gran alcance. Hay quien desea ser mártir o víctima. Son deseos que enriquecen al alma y aunque no lleguen a cumplirse nunca, por el hecho de haber deseado algo tan grande, el alma es también premiada en estos santos y grandes deseos. Hay deseos que solo se quedan en eso, en deseos, pues cuando se les presenta la ocasión de hacerlos realidad, el alma perezosa o mediocre no los emprende, y se malogra así un acto u obra santa que se deseó antes de tener la ocasión de realizarla.

Hay deseos (buenos) que duran años, a veces, toda una vida y por ese gran deseo de querer ser mártir por amor a Dios o víctima, el alma es remunerada y obtiene méritos aunque nunca haya llegado a realizar la acción.

A veces un alma entra a la eternidad solo con los méritos que le dieron sus grandes deseos, aunque su vida haya sido cotidiana y simple, sin nada extraordinario (2) Pero cuando el deseo nace del corazón y se produce con una recta intención, el deseo santo, aunque no consumado, da mucha gloria a Dios, y a El eso solo le vale, pues si el alma es débil Dios no la lleva a la acción por miedo a que su flaqueza no sea capaz de soportar en la acción, lo que con tanto ardor deseó en su corazón.

Hay a la vista de Dios tantos y bellos deseos, multitud de ellos, tan santos, tan verdaderos, que forman en el Cielo como un jardín de flores bellas, que hacen las delicias de la Santísima Trinidad y de María Santísima, porque al igual que los malos pensamientos son pecados, los buenos y santos pensamientos son meritorios (3)

Yo Espíritu de Sabiduría instruyo con estos escritos al alma cristiana para prepararla mejor a la santidad y para que en su vida no se desperdicie nada para la gloria de Dios. Que cada minuto y segundo sea en la vida de un cristiano una gloria perenne a Dios, y lo que con obras no pueda alcanzar, lo alcance con santos y buenos deseos.

(1) Hay deseos tan fuertes que son autenticos martirios, como el de Santa Teresita que deseó toda su vida ser misionera y no lo fue activamente, aunque todo lo hacia con espiritu misionero. De ahi ser la Patrona de la Misiones.
(2)El amor o sufrimientos intensos, la conformidad y demás virtudes que se practican al no alcanzar lo que se desea, son ya actos meritorios.
(3) Desear que todas las almas se salven o que Jesús sea amado ardientemente, o que el Evangelio sea conocido por todo el mundo, son santos deseos también, entre otros.